Al leer el siguiente texto es casi imposible no pensar en el mundo actual, es cómo si Goebbles estuviera presente en sus palabras, es importante que dejes a un lado todos los prejuicios que la élite en el poder te ha metido en la cabeza a través de su propaganda televisiva, cinematográfica, literaria y demás medios que nos han vendido una imagen casi o completamente cómica de los movimientos Nacionalistas de los años 30's. Investiga realmente quiénes son los dueños de la mayoría de dichos medios, de los productores de esas películas, de los autores de esos libros que pintan dicha imagen corrupta y hasta terrorífica de personajes como Adolf Hitler o en este caso Joseph Goebbels, quien deja plasmada una gran verdad que hoy en día esta emergiendo a la luz y a consecuencia de esto la gran prisa por censurar nuestras bocas en redes sociales, blogs y demás espacios donde pueda ser expuesta la verdad de quiénes son "ellos" "Los elegidos por Dios" para subordinarnos.
Los Creadores de las Desgracias del Mundo
por Joseph Goebbels
21 de Enero de 1945
Uno no podría entender esta guerra si no tuviera siempre presente el hecho de que la Judería Internacional está detrás de todas las fuerzas antinaturales que nuestros enemigos unidos usan para intentar engañar al mundo y mantener a la Humanidad en la oscuridad. La Judería es, por así decir, la argamasa que mantiene firmemente aglutinada a la coalición enemiga, a pesar de sus diferencias de clase, ideología e intereses. El capitalismo y el bolchevismo tienen las mismas raíces judías, dos ramas del mismo árbol que al final dan el mismo fruto. La Judería Internacional usa tanto su propio modo de suprimir a las naciones como de mantenerlas a su servicio. Cuán profunda es su influencia sobre la opinión pública en todos los países enemigos y muchas naciones neutrales, es evidente al ver que nunca puede ser mencionada en periódicos, discursos y emisiones de radio.
Hay una ley en la Unión Soviética que castiga el anti-judaísmo —o, dicho de manera simple, la educación pública sobre la Cuestión Judía— con la muerte. El experto en estos asuntos no está de ninguna manera sorprendido de que un portavoz principal del Kremlin dijera durante el Año Nuevo que la Unión Soviética no descansaría hasta que esa ley fuera válida en todo el mundo. En otras palabras, el enemigo claramente dice que su objetivo en esta guerra es poner bajo protección legal la dominación total de la Judería sobre las naciones de la Tierra, y amenazar con la pena de muerte siquiera la discusión de ese vergonzoso intento.
Es poco diferente en las naciones plutocráticas. Allí la lucha contra la impúdica usurpación de la raza judía no es castigada por el verdugo sino más bien con la muerte mediante el boicot económico y social y por el terror intelectual. Eso tiene el mismo efecto al final. Stalin, Churchill y Roosevelt fueron hechos por la Judería. Ellos disfrutan de su apoyo pleno y la recompensan protegiéndola totalmente. Ellos se presentan a sí mismos en sus discursos como hombres respetables con coraje civil, y sin embargo uno nunca oye siquiera una palabra contra los judíos, aun cuando hay un odio creciente entre sus pueblos a consecuencia de esta guerra, un odio que está totalmente justificado. La Judería es un tema tabú en los países enemigos. Ella está fuera de todo límite legal y así se convierte en el tirano de sus pueblos anfitriones.
Mientras los soldados enemigos luchan, sangran y mueren en el frente, los judíos hacen en las bolsas y mercados negros dinero del sacrificio de aquéllos. Si un hombre valiente se atreve a dar un paso adelante y acusar a los judíos por sus delitos, él será burlado y escupido por la prensa de ellos, echado de su trabajo o empobrecido de algún otro modo, y llevado al desprecio público. Incluso, por lo visto, eso no es suficiente para los judíos. Ellos quieren llevar las condiciones soviéticas al mundo entero, dando a la Judería poder absoluto y exceptuándola de ser procesada judicialmente. Él que objeta o incluso tan sólo discute el asunto consigue una bala en su nuca o un hacha en su cuello. No hay ninguna tiranía peor que ésa. Ése es el epitome de la desgracia pública y secreta que la Judería impone sobre las naciones que merecen la libertad.
Eso está todo muy detrás de nosotros. Sin embargo todavía nos amenaza desde la distancia. Hemos, es verdad, destruído completamente el poder de los judíos en el Reich, pero ellos no se han rendido. Ellos no descansaron hasta que hubieron movilizado al mundo entero contra nosotros. Ya que ellos ya no podían conquistar Alemania desde dentro, ellos quieren intentarlo desde fuera. Cada soldado ruso, inglés y estadounidense es un mercenario de esta conspiración mundial de una raza parásita. Considerando el actual estado de la guerra, ¿quién podría todavía creer que ellos están luchando y muriendo en el frente por los intereses nacionales de sus propios países? Las naciones quieren una paz decente, pero los judíos están en contra de ello. Ellos saben que el final de la guerra significaría que a la Humanidad se le aclararía el conocimiento del enfermizo papel que la Judería Internacional jugó en la preparación y realización de esta guerra.
Ellos temen ser desenmascarados, lo cual en efecto se ha hecho inevitable y debe venir forzosamente, como el día sigue a la noche. Eso explica sus furiosos estallidos de odio contra nosotros, que somos sólo el resultado de su miedo y sus sentimientos de inferioridad. Ellos están demasiado impacientes, y eso los hace sospechosos. La Judería Internacional no tendrá éxito en convertir esta guerra para su ventaja. Las cosas ya están demasiado avanzadas. Vendrá la hora en que todos los pueblos de la Tierra despertarán, y los judíos serán las víctimas. Aquí, también, las cosas sólo pueden ir muy lejos.
Es un método viejo y usado a menudo por la Judería Internacional el desacreditar la instrucción y el conocimiento sobre la naturaleza y tendencias corruptas de ellos, dependiendo la Judería, en consecuencia, de las debilidades de aquellas personas que fácilmente confunden la causa con el efecto. Los judíos son también maestros en la manipulación de la opinión pública, a la que ellos dominan por medio de su red de agencias de noticias e intereses periodísticos que alcanza a todo el mundo. La penosa ilusión de una prensa libre es uno de los métodos que ellos usan para estupidizar al público de tierras enemigas. Si la prensa enemiga es tan libre como pretende ser, que tome una posición abierta, en pro o en contra, en cuanto a la Cuestión Judía. No lo hará porque no puede y no debe hacer aquello.
Los judíos aman burlarse y criticar todo, excepto a ellos mismos, aunque cada uno sepa que ellos son los que más necesitan la crítica pública. Ahí es donde termina la supuesta libertad de prensa en países enemigos. Los periódicos, los Parlamentos, los estadistas y los líderes de Iglesia deben permanecer silenciosos al respecto. Los delitos y los vicios, la suciedad y la corrupción son encubiertos por la manta del amor. Los judíos tienen el control total de la opinión pública en países enemigos, y el que tiene aquello es también el amo de toda la vida pública. Las naciones que tienen que aceptar tal condición sólo han de ser compadecidas. Los judíos las engañan para que crean que la nación alemana es atrasada. Nuestro presunto atraso es realmente la prueba de nuestro progreso. Hemos reconocido a los judíos como un peligro nacional e internacional, y de ese conocimiento hemos sacado conclusiones convincentes. Ese conocimiento alemán se convertirá en el conocimiento del mundo al final de esta guerra. Pensamos que es nuestro deber primario hacer todo lo que esté en nuestro poder para hacer que eso suceda.
La Humanidad se hundiría en la oscuridad eterna, caería en un estado embotado y primitivo, si los judíos llegaran a ganar esta guerra. Ellos son la encarnación de aquella fuerza destructiva que en estos años terribles ha guiado a los líderes de la guerra enemiga en una lucha contra todo lo que vemos como noble, hermoso y digno de conservarse. Sólo por esta razón los judíos nos odian. Ellos desprecian nuestra cultura y aprendizaje, que ellos perciben como imponente al lado de su cosmovisión nómada. Ellos temen nuestros estándares económicos y sociales, que no dejan espacio para sus tendencias parásitas. Ellos son el enemigo de nuestro orden doméstico, que ha excluído las tendencias anarquistas de ellos. Alemania es la primera nación en el mundo que está completamente libre de los judíos. Ésta es la causa principal del equilibrio político y económico del país.
Puesto que su expulsión del organismo nacional alemán ha hecho imposible para ellos sacudir este equilibrio desde dentro, ellos desde fuera conducen a la batalla contra nosotros a las naciones que han engañado. Está bien para ellos —de hecho eso es parte de su plan— que Europa pierda en el proceso una gran parte de sus valores culturales. Los judíos no tuvieron parte en su creación. Ellos no los entienden. Un profundo instinto racial les dice que, dado que esas alturas de la actividad creativa humana están para siempre más allá de su alcance, ellos deben atacarlas hoy con odio. No está distante el día en que las naciones de Europa, sí, incluso las del mundo entero, gritarán: ¡Los judíos son culpables de todas nuestras desgracias!. ¡Ellos deben asumir su responsabilidad, y pronto, y de manera completa!
La Judería Internacional está lista con su coartada. Tal como durante el gran ajuste de cuentas en Alemania, ellos intentarán parecer inocentes y dirán que uno necesita un chivo expiatorio, y que ellos lo son. Pero eso ya no los ayudará, tal como no los ayudó durante la revolución nacionalsocialista. La prueba de su culpa histórica, en detalles grandes y pequeños, es tan clara que ya no puede ser negada ni siquiera con las más astutas mentiras e hipocresías.
¿Quién es el que conduce a los rusos, los ingleses y los estadounidenses a la batalla y sacrifica enormes cantidades de vidas humanas en una lucha desesperada contra el pueblo alemán? ¡Los judíos! Sus periódicos y emisiones de radio difunden las canciones de guerra mientras las naciones a las que ellos han engañado son conducidas a la matanza. ¿Quién es el que inventa nuevos proyectos de odio y destrucción contra nosotros cada día, haciendo de esta guerra un caso terrible de auto-mutilación y auto-destrucción de la vida europea y su economía, su educación y su cultura? ¡Los judíos! ¿Quién ideó el antinatural matrimonio entre Inglaterra y Estados Unidos por un lado y el bolchevismo por otro, fortificándolo y asegurando celosamente su continuación?. ¿Quién encubre las situaciones políticas más perversas con cínica hipocresía, con un miedo tembloroso de que un nuevo camino pudiera llevar a las naciones a comprender las verdaderas causas de esta terrible catástrofe humana? ¡Los judíos, sólo los judíos!
Ellos se apellidan Morgenthau y Lehmann y están detrás de Roosevelt como un supuesto grupo de asesores expertos. Ellos se apellidan Mechett y Sasoon, y sirven como los financiadores y dadores de órdenes de Churchill. Ellos se apellidan Kaganovitch y Ehrenburg y son los que le marcan el paso a Stalin y son a la vez sus voceros intelectuales. Dondequiera que usted mire, usted ve judíos. Ellos marchan como comisarios políticos detrás del ejército Rojo y organizan el asesinato y el terror en las áreas conquistadas por los soviéticos. Ellos se sientan detrás de las líneas en París y Bruselas, Roma y Atenas, y fabrican sus riendas con la piel de las desventuradas naciones que han caído bajo su poder.
Ésa es la verdad. Ya no puede ser negada, particularmente desde que en su alegría ebria de poder y victoria los judíos han olvidado su por lo general tan cuidadosamente mantenida reserva, y ahora están ante el foco de la opinión pública. Ellos ya no se preocupan, aparentemente creyendo que ya no es necesario, de que su hora haya llegado. Y ése es su error, que ellos siempre cometen cuando se consideran cerca de su gran objetivo de la anónima dominación mundial. A través de toda la historia de las naciones, siempre que esta trágica situación se desarrolló, una buena providencia procuró que los judíos mismos se convirtieran en los sepultureros de sus propias esperanzas. Ellos no destruyeron a los pueblos sanos, sino que más bien el aguijón de sus parasitarios efectos llevó al frente la comprensión del amenazante peligro y llevó a los mayores sacrificios a vencerlo. Hasta cierto punto, ellos se han convertido en aquella fuerza que siempre quiere el mal pero crea el bien. Será de esa manera esta vez también.
El hecho de que la nación alemana fuera la primera en la Tierra en reconocer este peligro y expulsarlo de su organismo, es la prueba de sus instintos sanos. Alemania por lo tanto se convirtió en el líder de una lucha mundial cuyos resultados determinarán el destino y el futuro de la Judería Internacional. Vemos con completa calma las salvajes diatribas del Antiguo Testamento de odio y venganza de los judíos a través de todo el mundo contra nosotros. Ellas son sólo la prueba de que estamos en el camino correcto.
Ellos no pueden perturbarnos. Los contemplamos con un soberano desprecio, y recordamos que esos arrebatos de odio y venganza eran acontecimientos diarios para nosotros en Alemania hasta aquel fatídico día para la Judería Internacional, el 30 de Enero de 1933, cuando comenzó la revolución mundial contra los judíos que amenazaban no sólo a Alemania sino a todas las otras naciones.
Esto no cesará hasta que haya alcanzado su objetivo. La verdad no puede ser detenida por mentiras o por la fuerza. Ella conseguirá salir. Los judíos encontrarán su Cannas [lugar en Italia de una batalla donde Aníbal derrotó a los romanos en 216 a.C.] al final de esta guerra. No será Europa la que perderá, sino más bien ellos. Ellos pueden reírse de esta profecía hoy, pero ellos han reído muy a menudo en el pasado, y casi a menudo ellos dejaron de reírse tarde o temprano.
No sólo sabemos exactamente lo que queremos, sino que también sabemos exactamente lo que no queremos. Las engañadas naciones de la Tierra pueden todavía carecer del conocimiento que necesitan, pero se lo llevaremos. ¿Cómo detendrán aquello los judíos a largo plazo? Ellos creen que su poder descansa sobre fundamentos seguros, pero tiene pies de arcilla. Un fuerte golpe y colapsará, sepultando a los creadores de las desgracias del mundo entre sus ruinas.–
genial
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