En nuestros días, resulta
asombroso constatar el cumplimiento de las visiones proféticas escritas en el
siglo I por el Evangelista Juan, apóstol de Cristo, en el denominado Libro de
las Revelaciones o Apocalipsis a la luz de ciertos acontecimientos mundiales
modernos.
Indudablemente, hoy cabalgamos
sobre lo que podría catalogarse como una especie de lucha final entre el bien y
el mal, más allá del cúmulo de mentiras que han definido las concepciones
políticas, económicas y religiosas que pretenden seguir imperando culturalmente
a estas alturas de la historia universal.
En este sentido, no es sorpresivo
que la Economía Global de Mercado y su indiscutible "mano invisible"
hayan sido consagradas en la actualidad por muchos industriales, tecnócratas y
eclesiásticos, idealizando una especie de Mesías capaz de restaurar
individualmente todos los problemas en el campo social. Pero, a pesar de los
sacrílegos cálculos econométricos manejados por estos tradicionales
colonialistas, a medida que avanza "el primer jinete" lo que
realmente podemos observar es el salvaje desmoronamiento del Sistema
Capitalista Mundial y su doctrina satánica de antivalores.
El mencionado documento profético
presenta una serie de imágenes que reseñan ésta contienda a través de extrañas
y hermosas metáforas, en donde, el mal lo simbolizan el dominio de las riquezas
materiales, las ambiciones desmedidas y la opresión de los pueblos por parte de
grupos poderosos que, a su vez, son identificados como bestias que ascienden
del mar y la tierra. Así mismo, el bien es representado por aquellos que enfrentan
a los indigestos opresores quienes, intuyendo su hora final, encumbran al
popular Anticristo de turno aspirando una jefatura global bajo una imagen
(¿algún acuerdo comercial?) y una divisa que los caracteriza... el Dólar.
De acuerdo al Evangelista, un
número de tres cifras podía identificar a los últimos defensores del
imperialismo como modelo de vida, sistema del cual, él mismo, era una víctima
al momento de escribir el Apocalipsis en la isla griega de Patmos. Y
curiosamente, la cifra "666" puede observarse al reverso de un simple
billete de dólar (1 $), justamente, en la base de la pirámide cuyo ojo
omnisciente encabeza el orden del tiempo imperante sobre las aguas, es decir,
sobre los pueblos; la clave oculta en la famosa unidad monetaria se encuentra
en la grafía romana correspondiente al año de la independencia de los Estados
Unidos de Norteamérica, es decir, 1776 (MDCCLXXVI). Si desea comprobarlo,
ubique la numeración señalada en el sello que contiene el fetiche egipcio y
posteriormente devele la cifra omitiendo una letra a medida que avanza de dos
en dos, lo cual le dará como resultado DCLXVI ó 666 número que, de acuerdo al
libro en cuestión, identifica la divisa de una segunda "bestia" que
es parte de la primera y cuyos "cuernos", probablemente, retratan en
forma alegórica al binomio comercial Estados Unidos-Unión Europea. Igualmente
curioso es que el término "Novus Ordo Seclorum", moldeado en la parte
inferior de la pirámide, se relacione con el "Nuevo Orden Mundial"
que viene reforzando la judeo masonería desde la primera Administración Bush en
la Casa Blanca y cuya vieja pretensión es abarcar toda la tierra bajo un
concepto único e inhumano del capital tal y como lo soñó el máximo
representante de los Illuminati, Adam Weishaupt, ese mismo año.
Sin embargo, Juan testimonió
concretamente lo siguiente con relación al destino final de los últimos
imperialistas: "... el humo de sus tormentos estará subiendo por los
siglos de los siglos, sin que tengan descanso ninguno ni de día ni de noche,
los que adoraron la bestia, y su imagen, como tampoco cualquiera que recibió la
divisa de su nombre." (Ap. 14-11)
Evidentemente, a razón de la
creciente recesión económica en el país norteño que está afectando múltiples
intereses globales, en lo sucesivo, tendremos que enfrentar el último desespero
de las oligarquías mundiales por mantener sus ancestrales privilegios en
detrimento de las mayorías, todo lo cual no podrá evitar el debilitamiento de
los apetecibles "duros marca 666" ya que su caída resulta inminente y
de acuerdo al enfoque cristiano, finalmente debe determinarse quien es digno de
amor o de odio en este magnífico punto del cosmos... viendo no verán y oyendo
no entenderán.
La conspiración del Templo de Jerusalén.
Bruno Cardeñosa
Extremetistas cristianos y judíos
ya trabajan en la reconstrucción del Templo de Jerusalén. Detrás de esta
iniciativa, financiada y apoyada por una organización llamada el Instituto del
Templo se esconden oscuros intereses políticos, alianzas religiosas y
profecías.
¿Qué une a judíos ultraortodoxos
y cristianos fundamentalistas? Aparentemente nada… Por eso no deja de ser
extraño que uno de los más influyentes rabinos, Chaim Richman, hombre muy
vinculado al Primer Ministro israelí, Ariel Sharon, haya recorrido el sur de
Estados Unidos reuniéndose congregación por congregación con los líderes
protestantes más poderosos. Les pedía ayuda -léase fondos- para cumplir un
sueño que a ambos ilumina: edificar el Tercer Templo de Jerusalén.
Uno de los más destacados
expertos en mesianismo lo ha denunciado: "Existe un acuerdo entre los
judíos extremistas y los fanáticos evangelistas para construir El Templo sobre
las ruinas de los anteriores, encima del lugar en donde creen que se encuentra
el Arca de la Alianza. Y para ello -concluye James Tabor, director del
departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Carolina del Norte
(EE. UU.)- quieren destruir todas las mezquitas existentes en la explanada de
Jerusalén."
¿Los tiempos del Tercer Templo?
Los cristianos más conservadores,
aquellos que hacen una lectura textual de las Sagradas Escrituras, creen que
con la llegada del Tercer Milenio advienen los tiempos del Armagedón y de la
Segunda Venida de Jesús. Algo parecido sostienen quienes se erigen en garantes
de la tradición rabínica partiendo de profecías bíblicas como la de Ezequiel, y
de textos del rabino por excelencia, Maimónides: la llegada del Mesías (ellos
no aceptan a Jesús, salvo como un profeta más) tendrá lugar cuando se edifique
el Tercer Templo.
Lo construyó Salomón y
Nabuconodosor lo destruyó cuando Jerusalén fue conquistada por los babilonios
en el año 587 (siglo VI a.C.) Allí se encontraba el Arca de la Alianza, ese
portentoso objeto construido en tiempos de Moisés y que servía como puente entre
Yahvé y los hombres. El Arca de la Alianza era el símbolo de la presencia
protectora de Dios. El Arca desapareció en aquel entonces, pero hay una
creencia común en el judaísmo de que está guardada en lugar seguro y que será
descubierta cuando tenga lugar la restauración de Israel (2 Mac. 2;4-8).
El Templo fue reconstruido, y ya
en nuestra era, en el año 72, los romanos volvieron a reducirlo a cenizas.
Con la instauración de Israel
como Estado tras la Segunda Guerra Mundial se abrió una nueva etapa. Algunos
-los más extremistas entre los ortodoxos- consideraron que no era el momento de
planificar la edificación del Tercer Templo, pues Israel era sólo un estado
secular. Pero ya en 1989, según TIME, un 18 % de los judíos creían llegado el
momento. Siete años después, otro sondeo, efectuado por el Instituto Gallup,
señalaba que el 58 % de los israelíes lo deseaban. El estudio había sido
solicitado por una peculiar organización: El Instituto del Templo.
Liderada por el citado rabino
Chaim Richman, esta organización fue fundada a finales de los ochenta.
Pretendía aglutinar a todos aquellos que quisieran implicarse en una aventura
tanto arquitectónica como arqueológica y política.
Arquitectónica, porque en sus
filas se ha dado cabida a quienes basándose en las instrucciones expuestas por
el profeta Ezequiel han diseñado el nuevo Templo, el cual deberá albergar 93
objetos litúrgicos -de oro y plata, fundamentalmente- que tendrán que ser
fieles a lo que la profecía indica y a lo que la ley judaica señala. Ya han confeccionado
60: campanas y trompetas de plata enormes, cuchillos para los sacrificios,
vestimentas para los sacerdotes, un Menorah de oro…
Arqueológica, porque sus miembros
han estado buscando bajo las ruinas del Antiguo Templo la red de túneles y estancias
en las cuales se alberga, según la tradición, el Arca de la Alianza. Han
anunciado que ya la han localizado. Y Política, porque la construcción del
Tercer Templo, treinta veces más grande que el anterior, implica el total
dominio israelí sobre la Explanada de las Mezquitas, en donde sin embargo
conviven -enfrentados- los cultos religiosos que tienen allí su particular
centro del mundo: cristianos, árabes y judíos.
Las profecías se están
cumpliendo. Con la llegada al poder de Ariel Sharon, a cuyo partido político
pertenecen los líderes del Instituto del Templo, el camino hacia el gobierno de
la Explanada de las Mezquitas dio un paso fundamental. La Segunda Intifada
comenzó a raíz de la visita que efectuó al lugar, durante la que proclamó:
"es la hora del Tercer Templo." Por ello, la intransigencia de Sharon
se convierte en ofuscación cuando se menta el reparto del lugar. Ningún líder
ortodoxo cederá en este aspecto ni un palmo, pues la ubicación del Templo, de
acuerdo a Ley, ley religiosa, implica la destrucción de la Mezquita Al Aqsa.
El Instituto del Templo ganó una
importante batalla a finales del pasado mes de julio cuando tras varios años de
intentos, lograron colocar la simbólica primera piedra -enorme piedra en tal
caso, pues pesaba casi cinco toneladas- del Tercer Templo. Ahora están
convencidos de que hay que echar el resto y al igual que los cristianos
fundamentalistas de Estados Unidos están convencidos de que los sucesos del 11
de septiembre son una prueba de que las profecías se están cumpliendo. Más
razones arguyen los miembros del Instituto del Templo, quienes emitieron una
nota según la cual las primeras palabras de Bin Laden tras el ataque a
Afganistán eran una buena muestra de que el conflicto tenía su origen,
precisamente, en el conflicto árabe-israelí. Y en un ramalazo sionista urgían
la salida de los islámicos de la explanada.
Según el profesor James Tabor, el
asunto es más complejo de lo que se puede presuponer. Advierte que no son
grupos aislados y marginales los que han decidido iniciar la construcción del
Tercer Templo: "Ya han encontrado el lugar en donde está el Arca de la
Alianza, y el nuevo Templo tendrá por objeto exhibirla." Además, como
experto en profetismo bíblico que es, ha seguido la pista de una premisa sin la
cual sería imposible acometer la obra: la aparición de un ternero alazán o
rojizo sin mancha alguna. Tal cosa, tan extraña, es considerada por los judíos
ortodoxos como fundamental a la hora de culminar su iluminación.
El primer viaje de Richman a
Estados Unidos tuvo una parada obligatoria en Canton, Mississipi. Allí tenía
por objeto visitar a un granjero y activista evangélico llamado Clyde Lott. La
razón es que entre las últimas crías que habían nacido en sus dominios había
una, a la que llamó Dikie, que tenía una particularidad más que inquietante:
era completamente alanazada… Roja, sin mancha, justo como la profecía del libro
neotestamentario "Números" indica que debe ocurrir. Lott estaba
seguro de que la ternera era especial. Y Richman, al verla y al analizarla, no
tuvo duda alguna: "Ésta es la indicada, ésta es la madre."
Richman analizó el hecho con
otros rabinos y sabios judíos. Coincidieron con él en lo esencial. Las
siguientes negociaciones tuvieron como objetivo preservar a Dikie. Pensaron que
había que intentar llevarla a Israel, para que allí tuviera descendencia. Ese
sigue siendo el objetivo, pero el Instituto del Templo prefiere ir poco a poco.
La llegada de la ternera alazán podría provocar algún que otro enfrentamiento
en Tierra Santa, y de momento han habilitado en Nebraska una granja con todos
los medios para que Lott, junto a un buen número de granjeros de origen israelí
trabajen lejos de cualquier intromisión. Lott ya dispone allí de cientos de
cabezas de ganado de este inusitado y hasta ahora desconocido color.
Será el último paso: un ternero
alazán, de dos a tres años, deberá ser quemado, y con sus cenizas mezcladas en
agua, los primeros rabinos del Tercer Templo podrán comenzar su trabajo. Así se
escribe la última conspiración del Templo.
Elízabeth Delgado Rodríguez
Isla de Margarita
Venezuela