El Octagrama o estrella de ocho puntas es un símbolo de la plenitud y la regeneración y su relación con los sistemas asociados al ocho como los Trigramas del I Ching, la rueda pagana del año y el Ogdoad del antiguo Egipto. .;El octógono, la estrella de ocho puntas: en el esoterismo islámico, hace referencia a los 4 profetas principales, y a los 4 ángeles mayores que sujetan el Trono de Dios. El Domo de la roca en Jerusalén es un edificio de ocho lados, en cuyo panel exterior hay una orla de octógonos estrellados inscritos en un círculo.; El catolicismo mantiene la estrella de ocho puntas como atributo de la Diosa Chaxiraxi, en su representación católica como Virgen de Candelaria, cuya imagen primitiva tiene una serie de estrellas de ocho puntas grabadas en su manto. La actual está coronada por un arco, en él también pueden verse las estrellas de ocho puntas. Así mismo, este símbolo asociado a otros representativos de la Diosa-Madre existe en los diversos yacimientos de grabados rupestres diseminados por todas las Islas Canarias e incluso decorando piezas de cerámica, además de los específicos de la Diosa púnica Tanit ubicado en el pozo del Rubicón en Lanzarote, Aripe, Los Baldíos, etc., en Tenerife.
Foto de "maestro ascendido" New Age
sosteniendo un octaedro
El Octaedro es la fusión de dos pirámides
La fusión de planos dimensionales
Uno de los aspectos que más
sorprende en el misterio de la orden templaria es la presencia de la figura
octogonal en todas sus construcciones. Ermitas, iglesias y castillos repiten
por toda Europa y en el Oriente cercano, no por casualidad, este elemento
ornamental. La cruz que portaban los caballeros tenía también mucho que ver con
esta figura geométrica.; ((SIMBOLISMO: Representa el enlace entre el
cuadrado y la curvatura de la esfera.)) Es sabido que en las
ciencias sagradas aplicadas al arte, el cuadrado estaba relacionado con la
tierra por sus cuatro elementos, o sus cuatro puntos cardinales; por eso, casi
siempre se utilizaba en el románico o en el gótico como base de la columna que
se unía al arco o al círculo situado en lo más alto del templo o del edificio.;
La forma circular, por su perfección, sin aristas, y al mismo tiempo por su
sentido de la globalidad que todo lo abarca, se refería al cielo, a la realidad
divina, o a la materia primordial del Universo.; El octógono era así,
"la unión entre el Cielo y la Tierra", permitiendo - como en el
caso de la columna - el tránsito de espíritus, ángeles y hombres de un lado
al otro, en una suerte de Cosmos no quebrado (en pocas palabras un
portal dimensional)...
El polígono de los ocho lados
aportaba, asimismo, la polaridad de la búsqueda: "cuando la esfera estaba
situada dentro del cuadrado, entonces el octógono indicaba el camino hacia la
interioridad, el paso de lo cuantitativo a lo cualitativo, la vía hacia el latido
del corazón, la senda del retorno hacia la madre siempre Virgen del Universo".
Pero cuando era el círculo el que abarcaba al cuadrado, el símbolo afirmaba "la
presencia de la sabiduría divina abrazándolo y penetrándolo todo". El
octógono, pues, era la síntesis, a la vez, de una disciplina - en este caso
caballeresca - de realización espiritual universal y de inspiración eminente en
los principios eternos. La vivencia del octógono en el caballero
templario reactualizaba a cada paso de su vida, en la paz y en el combate, la
unidad de lo celeste y lo terrenal; en un grado más pequeño tendía a propiciar
el equilibrio y el enlace entre el alma y el cuerpo, entre la idea y la acción,
entre la salud y el alimento, mediante la movilidad del llamado "espíritu
vital", con que tantas y tantas técnicas de realización han designado a la
"respiración".
Pero el octógono también
tenía que ver con la no distorsión del Universo o del mundo, con la unión del
cuaternario material pasivo y el cuaternario material activo. Era ya una
doctrina conocida por los musulmanes, y a través de éstos por los cristianos,
que ambos habían recibido por herencia del mundo clásico aristotélico y
platónico. Con la superposición de los dos cudrados, el de los cuatro
elementos (agua, tierra, fuego y aire), junto a los cuatro humores y los cuatro
estados de los elementos (frío, humedad, calor y sequedad), y haciéndolos
girar, tendríamos de nuevo la geometría octogonal. De este modo, ni el mundo ni
el hombre estarían, desgajados, ni mucho menos enfrentados como ocurre en
nuestro tiempo. El octógono, aparece muy relacionado con (( la Cruz
templaria y el alfabeto hermético)), que es sabido utilizaban en sus
transacciones económicas y en sus comunicaciones internas. Se encuentra, no
solo en los muros de los castillos e iglesias, en las criptas de sus
adoraciones, en las masmorras de su dramático cautiverio, sino también en sus
documentos.
Algunos autores han dicho que
el alfabeto debió serles inspirado durante su presencia en Palestina y otros
han dicho que tales gráficos tenían un alcance talismánico o mágico. Lo más
seguro es que tuviera un sentido criptográfico a la usanza de otras sociedades
esotéricas medioevales.. El uso de ese alfabeto secreto no puede ser entendido
sin el empleo de una cruz especial que los caballeros templarios portaban
siempre como alhaja, colgada de una cinta curiosamente roja. A esta cruz se la
denominaba "de las ocho beatitudes" o "bienaventuranzas".
LA CRUZ DE OCHO PUNTAS
La cruz de ocho puntas,
incluida en un polígono, producirá un octógono. Así pues, dicha cruz serviría
como símbolo base para el trazado octogonal en la planta de las capillas
templarias. En el plano arquitectónico, al signo mediador del ocho, los
caballeros constructores añadían la significación central de la cruz, la
Unidad, invisible en la construcción material pero sin la cual ésta no
existiría.; Las capillas octogonales se extienden con relación al centro, a la
Unidad, al Uno. Este centro supremo, invisible e intangible, que sumando a la
realidad visible del ocho producirá el nueve: 8 + 1 = 9.; Vale decir, que el
esquema constructivo de estos edificios, basado en la cruz de ocho puntas,
contiene en si tanto el número ocho como el nueve.
¿Por
qué estos dos números precisamente?. ¿A qué simbolismo cabalístico respondían?.
Atendiendo a sus raíces sustentadas por la cábala hebraica, la expresión
simbólica del número ocho indica lo que tiende a la forma, el plasma-mater en
cuyo seno dormita la vida, en una palabra: la existencia elemental.; Se asocia
a la justicia o equilibrio de las cosas porque está formado por dos pares, es
luz y sombra. En la cábala el número ocho indica predominio del intelecto sobre
la materia, de la experiencia sobre la fuerza, del conocimiento organizado
sobre el simple impulso. Ahora bien, esa vida latente, esa existencia
elemental, adquiere carácter definido solamente cuando entra en contacto con la
unidad. Ese plasma-mater que contiene la vida no es otra cosa que la
expresión simbólica de la Madre- Tierra: la Virgen Eterna o Virgen Negra
venerada por el Temple (la reina del cielo), que solamente toma forma cuando es
fecundada, cuando entra en contacto, con la Unidad Divina: Dios, produciendo
una nueva vida semihumana - semidina.
El nueve, en la cábala, significa
serpiente y sabiduría, ocultación, conservación y renovación. Es el número del
iniciado; es la síntesis del bien y del mal; la resta y la suma de todo lo que
ha sucedido. Su significado esotérico más oculto es el de la muralla econdida y
erigida para salvaguardar un anhelado tesoro o custodiar un objeto apreciado
rodeado de peligros. En la cábala, el número 8 o letra Heth corresponde al
octavo sefirá: Hod (GLORIA); el número 9 o letra Teht corresponde al noveno
sefirá: Hesod (FUNDACIÓN). El modelo poligonal de construcción no es un invento
templario, ello es evidente. En esto como en tantas otras cosas, los caballeros
se limitaron a tomar prestado elementos de la tradición ancestral, realizando
un sincretismo acorde cons sus circunstancias y propósitos. A partir del
asentamiento de la Orden del Temple en Jerusalén, en el Templo de Salomón y más
concretamente en la mezquita de Omar o Cúpula de la Roca, Occidente retoma con
pujanza el tipo de construcción poligonal y es la Orden del Temple la que,
salvo contadas excepciones, construye estas curiosas edificaciones un poco por
toda Europa.
El esquema constructivo
octogonal, está claramente inspirado en la Cúpula de la Roca o Santuario de la
Roca en Jerusalén. El octógono, la estrella de ocho puntas: en el esoterismo
islámico, hace referencia a los cuatro profetas principales (Abraham, Moisés,
Jesús y Mahoma), y a los cuatro ángeles mayores que sujetan el Trono de Dios
(Miguel, Rafael, Gabriel, Uriel). El domo de la Roca es un edificio de ocho
lados, en cuyo panel exterior hay una orla de octógonos estrellados inscritos
en un círculo. El edificio está compuesto por un triple cuerpo: el más interior
circular, rodeado de una galería octogonal y encerrados ambos por el cuerpo
exterior, también octogonal. Su simbolismo responde a ese centro sagrado ya
citado: el punto central, ocupado por la Roca Sagrada, es circular y pasa al
cuadrado a través de un octógono (o viceversa), en este caso un doble octógono
representando la doble unión del Cielo y la Tierra, en ese punto donde la
divinidad entra en contacto con los hombres y donde también los hombres - si
bien unos hombres "muy especiales" - pueden traspasar la puerta
dimensional que los separa del universo divino. Este santuario islámico fue la
primera iglesia de la Orden del Temple. Cuando escogieron el Santuario de la
Cúpula como Iglesia Madre o Primer Templo, conocían el significado simbólico
del edificio en la escatología esotérica islámico-hebraica y lo tradujeron a su
gnosis particular, considerándolo como Templo del Grial (donde se guarda la
Copa Sagrada del Conocimiento) y manifestando esta creencia mediante la presencia
material de un recipiente, conteniendo la sangre de Cristo, suspendido sobre la
Roca Sagrada.
El Templo del Grial era
considerado como Centro del Centro del Mundo
Este número se divide en dos
partes iguales 4 + 4, que a su vez se dividen en otros dos números iguales 2 +
2, los cuales también se dividen en dos números iguales 1 + 1, de ahí que
indica equidad, justicia, equilibrio. El octavo día de la creación se
considera simbólicamente como la resurrección de Cristo, razón por la cual a
menudo las pilas bautismales son octogonales. Recuerda la vida eterna que se
obtiene con el bautismo. Es como una recreación, el comienzo de una nueva etapa
expansiva en el mundo terrenal, una vez conocido lo trascendente. La
resurrección proviene de la lucha, de la muerte al mundo de los deseos, de la
liberación de la rueda de la existencia y del sufrimiento. Esto está expresado
en el Budismo a través del Óctuple Sendero, y en el Sufismo por el símbolo del
Octógono. En Numerología, este número esta relacionado con el karma, ya que en
épocas en las que su influencia sea preponderante, será cuando recibamos como
un boomerang los efectos de nuestros actos del pasado.
Muchísimos baptisterios,
fuentes, pozos de claustros en iglesias y monasterios, y también de edificios
civiles, han sido construidos en forma de prisma de ocho lados. Podemos ver
esta geometría repetida una y otra vez en los baños árabes, y también en
diversas iglesias de planta octogonal (la Veracruz segoviana, Eunate y el Santo
Sepulcro en Navarra, la Capilla Palatina, el Baptisterio de Milán, San Lorenzo
Maggiore en Italia, etc.), así como en múltiples torres mudéjares o de esta
influencia. Numerosas pilas bautismales muestran igualmente la geometría de
ocho lados.
Ya que el número 8 reúne la
combinación de la cruz y el cuadrado da la estabilidad en la vida material. El
ocho representado por un octógono, simboliza la figura intermedia entre el
cuadrado (orden terrestre) y el circulo (orden celeste), por lo tanto es
símbolo de regeneración, del paso de lo que es contingente a lo que es eterno.
Como antecedente de la
arquitectura de planta octogonal debe destacarse el edificio que hoy conocemos
como Torre de los Vientos, situado en Atenas, en las inmediaciones del mercado
romano, que fue levantado en el siglo I a.C. por el arquitecto sirio Andrónikos
Kyrrestés. Hasta la Edad Media se pensó que era un monumento funerario que
albergaba la tumba de Sócrates pero lo cierto es que se trata de una
interesante torre veleta que informaba a los ciudadanos sobre los vientos que
soplaban en cada momento. En la parte superior de la torre existe un friso que
representa a un total de ocho figuras aladas que personifican a los distintos
vientos: Bóreas, Cecias, Apeliotes, Euro, Noto, Lipso, Céfiro y Escirón. Es
significativo que en tiempos de la conquista otomana de Atenas este edificio
octogonal fuese utilizado como lugar de culto por una comunidad islámica, los
derviches giróvagos, que a través de rituales y danzas giratorias buscaban la
ascensión por la senda de lo divino en busca de la integración con el Altísimo.
Desde un punto de vista simbólico,
el octógono representa el enlace entre el cuadrado y la curvatura de la esfera.
Es sabido que, en las ciencias sagradas aplicadas al arte, el cuadrado estaba
relacionado con la Tierra por sus cuatro elementos, o sus cuatro puntos
cardinales; por eso, casi siempre se utilizaba en el románico o en el gótico
como base de la columna que se unía al arco o al circulo situado en lo mas alto
del templo o del edificio. La forma circular, por su perfección, sin aristas, y
al mismo tiempo por su sentido de la globalidad que todo lo abarca, sé refería
al cielo, a la realidad divina, o a la materia primordial del Universo. El
octógono era así, por consiguiente, el puente que resolvía la unión entre el
Cielo y la Tierra, permitiendo – como en el caso de la columna – el tránsito de
espíritus, Ángeles y hombres de un lado al otro, en una suerte de Cosmos no
quebrado. El polígono de los ocho lados aportaba, asimismo, la polaridad de la
búsqueda: cuando la esfera estaba situada dentro del cuadrado, en una variante
de la doctrina, entonces el octógono indicaba el camino hacia la interioridad,
el paso de lo cuantitativo a lo cualitativo, la vía hacia el latido del
corazón, la senda del retorno hacia la madre siempre Virgen del Universo. Pero
cuando era el circulo el que abarcaba al cuadrado, el símbolo afirmaba la
presencia de la sabiduría divina abrazándolo y penetrándolo todo. El octógono,
pues, era la síntesis, a la vez, de una disciplina – en este caso caballeresca
de realización espiritual universal y de inspiración eminente en los principios
eternos.
Por último podemos mencionar
los laberintos octogonales que aparecen en algunas catedrales góticas francesas
- Amiens, Reims, Arras,…- que plantean muchos interrogantes sin
respuestas fiables.
Hay que recordar aquí que Venus
aparece representada en los kudurrus babilónicos por una estrella de ocho
puntas: la diosa, una de las estrellas más observadas por los sacerdotes,
formaba parte de la triada básica de las religiones astrales, y será
relacionada aquí y posteriormente en culturas sucesivas con la lluvia, con la
fecundidad, con el erotismo. Lo más chocante es que en la cultura maya, tan
distante en el tiempo y en el espacio, es representada de una forma similar y
se le atribuye un influjo parecido. Los egipcios la asociarán a la estrella
Sirio y a la inundación del Nilo. El cetro de la Virgen de la Estrella, en
Tortosa, va rematado por un creciente lunar sobre el que campea un astro
radiante con ocho perlas, dos rojas y dos azules haciendo la cruz principal y
otras cuatro secundarias, también opuestas dos a dos.; Los ocho rayos de la
estrella Ishtar (Venus) podrían venir de los puntos principales del ciclo
sinódico Sol-Venus: las dos apariciones del planeta, una por oriente y la otra
por occidente, las dos desapariciones, las dos conjunciones con el Sol
(inferior y superior) y los dos estacionamientos. Una de las edificaciones
religiosas de planta octogonal que más ha dado que hablar en los últimos
tiempos es la de Eunate, en Navarra, la patria de nacimiento de Ibn Ezra. Tiene
la peculiaridad de que la planta octogonal es irregular, lo cual ha disparado
la imaginación de los más conspicuos esoteristas. Se ha atribuido también su
edificación a los templarios sin ninguna base probatoria.
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