Así como los Rothschild han sido para el oro-dinero, los Rockefeller para el petróleo, los Oppenheimer lo han sido para los diamantes, y no sólo eso todos son de linaje judío, esparcidos por todo el mundo son algunas de las dinastías que controlan los recursos del planeta y al ser esto toda una realidad, controlan al mundo entero. En este post nos enfocaremos en la dinastía Oppenheimer, de la cuál no se habla mucho...
John Coleman escribe en El Comité
de los 300 que “Los miembros de la Mesa Redonda, armados con una inmensa riqueza
de los monopolios de oro, diamantes y drogas se desplegaron en todo el mundo
para tomar el control de las políticas fiscales y monetarias y el liderazgo
político en todos los países donde operan”.
Mientras que Cecil Rhodes y
Oppenheimer se fueron a Sudáfrica, Kuhn Loeb se fue a colonizar América.
Rudyard Kipling fue enviado a la India. El Schiff y Warburg ataron a Rusia. Los
Rothschild, Lazard y e Israel Moisés Seifs invadieron el Oriente Medio. En
Princeton, Nueva Jersey, la Mesa Redonda fundó el Instituto de Estudios
Avanzados (IAS) como socio a su Souls College en Oxford. El IAS ha sido
financiado por el Consejo General de Educación de Rockefeller. Miembros de IAS
incluyen a Robert Oppenheimer, Bohr Niels y Albert Einstein, quienes crearon la
bomba atómica.
Comencemos con algo de su pasado
¿Quién fue Samuel Oppenheimer y su hijo Simon Wolf?
Uno de los hijos de Samuel
Oppenheimer, Simon Wolf Oppenheimer, estableció una casa de banca en Hanover.
Un hijo de Simón Wolff, Jakob Oppenheimer continuó la casa bancaria de la
familia. Fue allí, 1757-1763, que Mayer Amschel Rothschild entró como aprendiz
y aprendió el negocio bancario que se convertiría en el sello del nombre de la
familia.
Como nada es casual, y todo es
sutileza jesuita, resulta que Samuel Oppenheimer fue un banquero judío,
diplomático de la corte imperial, factor, y proveedor militar para el Sacro
Imperio Romano. Disfrutó de favor especial del emperador Leopoldo I, a quien le
adelantó considerables sumas de dinero para la Gran Guerra turca.
Mayer incrementa
considerablemente su fortuna familiar trabajando como financiero para el príncipe
Guillermo I, donde descubrió que los préstamos a los gobiernos es mucho más
rentable y seguro que los préstamos a la gente común. Sus funciones también
incluyen la contratación de los soldados del estado de Hesse-Kassel a las
naciones extranjeras en nombre de su príncipe Guillermo I, y también se dieron
cuenta de lo rentable que son las guerras, al ser testigo presencial de cómo la
fortuna Hesse creció por encima de la de otras casas reales de Europa.
La mismísima Enciclopedia Judáica
dice sobre Samuel Oppenheimer:
"Durante la controversia de
Eisenmenger Oppenheimer tomó medidas para suprimir la antigua "Entdecktes
Judenthum" (libro que crítica al judaismo considerado
"antisemita"), y gastó grandes sumas de dinero con el fin de ganar la
corte y a los jesuitas para el lado de los Judíos. Como resultado se emitió un
edicto imperial que prohibía la circulación de la obra de Eisenmenger.
Oppenheimer fue empleado también por el emperador en las misiones políticas que
a menudo eran de naturaleza delicada."
La fiebre de los diamantes
Los Oppenheimers han estado en el
negocio de los diamantes durante más de un siglo, entre ellos más de 80 años
con De Beers, su compañía.
El abuelo de Nicky Ernest, es
decir Sir Ernest Oppenheimer se instaló
en Sudáfrica en 1902, por haber sido enviado a la ciudad de los diamantes,
Kimberley, a la edad de 22 años como agente de una firma con sede en Londres de
comercio de gemas. Para 1917 ya había establecido su propia empresa minera,
Anglo American.
Unos años más tarde ganó el
control de De Beers, una empresa minera de diamantes que había sido fundada en
1880 por Cecil Rhodes, un colonialista nacido en Gran Bretaña.
En el momento en que Rodas murió
en 1902, De Beers controlaba el 90 por ciento de la producción mundial de
diamantes.
Desde 1929, cuando Ernest asumió
el cargo de presidente, los Oppenheimer han llevado De Beers, casi sin
interrupción, controlando el precio de los diamantes por el acaparamiento y de
vez en cuando la venta de parte de las existencias de la empresa.
Kimberley es la capital de la
Provincia Septentrional del Cabo, en la República Sudafricana. …La ciudad se
encuentra cerca del río Orange y es famosa por ser donde se identificó por
primera vez la roca kimberlita.
En 1866 Erasmus Jacobs encontró
una pequeña piedra blanca en las orillas del río Orange, cerca de Hopetown. La
piedra resultó ser un diamante de 1,25 quilates (4,25 gramos). En 1871 se
encontró en las laderas de Colesberg Kopje un diamante aún más grande, de 83,50
quilates (16,7 gramos), que provocó la primera fiebre del diamante en la
región. Cuando llegaron miles de mineros, la colina desapareció y el lugar que
ocupaba fue conocido como The Big Hole (El Agujero Grande en inglés).
En la zona se levantó la ciudad,
New Rush, que fue rebautizada como Kimberley en 1873, en honor al primer Conde
de Kimberley. Los británicos anexionaron rápidamente el área de las minas de
diamantes, que se convirtió en la colonia británica del Griqualandia
Occidental. …La compañía más grande que operaba con minas de diamantes en Sud -
Africa era la Compañía De Beers, de Cecil Rhodes. Kimberley se convirtió
rápidamente en la ciudad más grande de la zona, sobre todo debido a una asiva
inmigración africana proveniente de todas las partes del continente.
Se excavaron cinco grandes
agujeros en la tierra, a los que siguieron las conducciones de kimberlita. La
mayor de todas ellas, la mina Kimberley o Big Holecubría 170.000 m2, alcanzó
una profundidad de 240 metros, con una producción de tres toneladas de
diamantes. La mina se cerró en 1914.
La creciente importancia de
Kimberley le permitió albergar una de las primeras Exhibiciones Internacionales
y Sudafricanas en 1892. La Muestra despertó un interés considerable a nivel
internacional.
En la década de 1870 la fiebre
del diamante invade toda Africa del Sur con los conflictos que ello conllevaría
con el paso de los años. En un principio un promedio de 50.000 hombres
africanos emigraban cada año para trabajar en las minas durante un par de
meses, regresando a sus tierras con el dinero para comprar ganado o invertir en
sus propias cosechas. Otros veían más oportunidades de vida en la mina y
terminaban quedándose en la ciudad de Kimberley.
Posteriormente fueron
descubiertas otras minas más alejadas como la mina Wesselton y la mina Premier,
famosa esta última por que en su interior hallaron el mayor diamante hasta
ahora conocido: el “Cullinan”, bautizado así en honor del propietario de dicha
mina; pesó 3.106 quilates. En un panorama cada vez más complejo, se empezaron a
extremar las precauciones para evitar el robo y ocultación de los diamantes por
parte de los peones africanos que trabajaban en ellas. Los propietarios de las
minas en su afán por mantener el precio de la mano de obra lo más barata
posible, convencieron a la administración colonial británica a introducir una
serie de leyes discriminatorias como la “ley de Paso”, aplicable sólo a los
negros, cuyo objetivo era el de limitar la movilidad de los trabajadores
migrantes y evitar que cambiasen de lugar de trabajo. De esa manera, impedían
que los trabajadores se desplazaran de una mina a otra para negociar el
salario. Los “siervos” estaban obligados a poseer un pase donde se especificaba
su lugar de trabajo, si habían o no concluido con el contrato y si podían
abandonar la ciudad. Esta ley de pase fue cumplimentada con la creación de
tribunales especiales en los que poder juzgar con rapidez a aquellos
infractores de la “Ley de Paso”. Dichos juzgados fueron la base de los
tribunales segregacionistas del siglo XX. También se obligó a los trabajadores
africanos a residir en “lugares especiales” o guetos en la ciudad de Kimberley,
finalmente en 1886 se les confinó en recintos cerrados y vigilados de los que
no podían salir hasta que no hubiesen finalizado su contrato en la mina. Todas
estas prácticas discriminatorias constituyeron la base de la segregación racial
que imperó en África del Sur en el siglo XX. Las condiciones de vida de la
población africana en la Colonia del Cabo eran cada vez más precarias, y aunque
sobre el papel la política oficial británica decía que todas las personas
independientemente de su raza eran iguales, la práctica judicial era
discriminatoria y opresiva para la población de color.
Por otra parte, surgen tensiones
entre los colonos británicos y los Boers, propietarios de granjas, y el
gobierno británico. La mano de obra en el campo escaseaba ya que los granjeros
no podían competir con los sueldos ofrecidos en las minas. Sin peones que
cultivaran la tierra, los agricultores no podían producir los alimentos que la
ciudad de Kimberley y sus alrededores requerían por lo que presionan al
gobierno británico para que expropiase por la fuerza las tierras en propiedad
de los africanos . Entre los años 1870 y 1880, el gobierno británico se lanzó a
una serie de guerras contra las diversas poblaciones autóctonas ( zulú ,
tswana, xhosa, etc) con el fin de someterlas por la fuerza y confiscar sus
tierras, dándoselas posteriormente a los colonos. De esa manera, sin tierras
propias con las que poder subsistir, las poblaciones africanas tuvieron que
emigrar para buscar trabajo en las granjas de los colonos o en las minas, y
someterse a las duras condiciones de vida, hacinamiento y bajos sueldos. La
Colonia del Cabo experimentó en tan sólo dos décadas un enorme crecimiento
económico y demográfico gracias a la industria del diamante. Este motor de
desarrollo se ve potenciado por el descubrimiento en 1886 de depósitos de oro
en el Witwatersrand, popularmente llamado “Rand”, cerca de lo que hoy conocemos
como Johannesburgo.
Namibia. La industria del
diamante de Namibia es la sexta del mundo y la columna vertebral de este país
del sudoccidente africano. La gigante compañía minera sudafricana De Beers
domina el sector. La firma extrajo más de dos millones de quilates (400
kilogramos) en este país el año pasado. De Beers facturó 585 millones de
dólares en 2007.
Hace 100 años, en abril de 1908,
un trabajador ferroviario encontró el primer diamante en el desierto de
Namibia, cerca del meridional puerto de Lüderitz, y se lo mostró a un superior.
Muchos alemanes enriquecieron en unos pocos años por la fiebre del diamante
hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914 - 18).
Las minas de diamantes fueron
vendidas en 1920 a sir Ernest Oppenheimer, de la compañía Anglo American, por
unos 3.500 millones de libras de entonces (unos 6.400 millones de dólares a la
cotización actual). Unos años después, Anglo American se aseguró la mayoría de
las acciones de De Beers, y fue la única compañía de diamantes de Namibia hasta
que se independizó de Sudáfrica en 1990. Después llegaron algunas empresas más.
En 2001, las crecientes
operaciones de extracción de diamantes mar adentro hicieron necesaria la
creación de De Beers Marine Namibia (DBMN), con 70 % del capital perteneciente
a la firma sudafricana y 30 % a Namdeb.
La vecina Botswana es la joya de
la corona de De Beers, con una producción de unos 31 millones de quilates al
año (6,2 toneladas).
Por otra parte, en 2004, el
magnate rusoisraelí Lev Leviev, archirrival de De Beers, creó su propia
factoria y obtuvo licencias de explotación marina Sakawe, el 8 % de la cual es
propiedad del gobierno; extrajo más de 145.000 quilates (29 kilogramos) el año
pasado. Esa cantidad es insuficiente para abastecer a la fábrica en Namibia.
Rusia. La mina Mir (mina de
kimberlita y diamante «Paz»), es una antigua mina de diamantes a cielo abierto
de Rusia. La ciudad de Mirny, inicialmente un pueblo, vivió un crecimiento
espectacular como ciudad desde la apertura de la mina gracias al impulso
económico proporcionado por ésta. El yacimiento diamantífero fue descubierto en
1955. Encontraron rastros de roca volcánicakimberlita que se asocia
generalmente con los diamantes…
El desarrollo de la mina se había
iniciado en 1957 en condiciones climáticas extremas. Siete meses de invierno al
año el suelo está congelado, lo que hacía difícil la minería en invierno,
tornándose además en lodo en verano.
En la década 1960 la mina estaba
produciendo 10.000.000 quilates (2.000 kg) de diamantes al año, de los cuales
una fracción relativamente alta (20%) eran de calidad gema…después el
rendimiento fue disminuyendo.
El rápido desarrollo de la mina
Mir había preocupado a la empresa De Beers, que en ese momento estaba
distribuyendo la mayor parte de los diamantes del mundo. De Beers tenía que
comprar diamantes rusos con el fin de controlar el precio de mercado... La mina
Mir se cerró definitivamente en 2011.
Diamantes de sangre
Los Diamantes de Sangre son una
problemática que se ha desarrollado en países africanos como en Angola y La
República de Sierra leona. En los 90’s existió conflictos entre fuerzas del
gobierno y grupos revolucionarios originados en estos países cuyo propósito era
la explotación de diamantes para ser comercializados; financiando guerras y
comprando armas a través de la esclavitud de miles de personas desarrollando
violaciones, torturas, mutilaciones, muertes, reclutamiento de niños para
utilizarlos como ejercito para combate, entre otros actos de violación que
atentaban contra la dignidad de estas personas.
De Beers, la compañía líder
mundial de diamantes en bruto, ha estado involucrada en todos los aspectos del
diamante. Su papel en los diamantes de sangre se da gracias a su ambición por
controlar una gran cantidad de mercado internacional de diamantes, por encima
de cualquier cosa, controlando los centros de extracción y promoviendo el
tráfico de los diamantes para financiación de estas guerras. La compañía hace
que la oferta se eleve, por medio de una publicidad que se ha desarrollado
(desde 1948 “a diamond is forever”) para que el consumidor vea el diamante como
una muestra de un amor eterno, y obtenga el diamante sin conocer el origen de
este, de tal forma involuntariamente los consumidores costeaban la guerra.
A diamond is forever, uno de los
eslóganes con mejores resultados comerciales de la historia, impulsó la fiebre
de la sociedad norteamericana por los diamantes, que poco después se extendería
al resto del mundo. Ideado por la agencia NW Ayer & Son en 1947, durante la
campaña publicitaria para la firma diamantífera De Beers, el exitoso lema
cambió los hábitos de los consumidores. La gema del primer mundo se convirtió
en objeto de deseo, imprescindible en anillos de compromiso de ciudadanos de un
status social elevado, o de ahorradores que invertían meses de su sueldo en una
de estas piedras. Mientras tanto, su extracción iba convirtiéndose, por derecho
propio, en una de las mayores tragedias de nuestra historia reciente. A día de
hoy sus resquicios siguen vigentes.
En estos países, las elites
promueven la corrupción y la debilidad del estado, favoreciendo al auge de
economías en la sombra y tráficos ilícitos. El comercio ilegal de diamantes
alimenta a la guerra: con el dinero se compran armas, se pagan mercenarios y se
corrompen gobiernos, en tanto las consecuencias las pagan las poblaciones con
sufrimiento y pobreza sistemática.
La venta de diamantes ilegales se
ve facilitada por los insuficientes mecanismos de control y la falta de
transparencia que existe en su comercialización. Estas piedras no hacen saltar
las alarmas de los aeropuertos, los perros no las huelen, y se pueden convertir
rápidamente en efectivo.
Representantes de firmas
importadoras y procesadoras de diamantes de Amberes (ciudad belga que
comercializa dos tercios de todos los diamantes del mundo) adquieren en esos
países africanos sus paquetes de piedra en bruto y, con gran facilidad, los
introducen en Bélgica, Gran Bretaña y la India.
En los últimos años, la relación
entre explotación ilícita de piedras preciosas y conflictos armados ha sido
ampliamente debatida. El Comité Internacional de la Cruz Roja, la organización
no gubernamental (ONG) Intermón Oxfam, y también Naciones Unidas, han
denunciado la situación y exigieron una regulación de la explotación y comercio
de los diamantes.
En julio de 2000 el Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas impuso una prohibición sobre la importación ilegal
de diamantes de las zonas de Sierra Leona controladas por los rebeldes, pero el
FRU elude el embargo a través del tráfico de armas que le ofrece Liberia, país
que exportó seis millones de quilates entre 1994 y 1998.
Intermón Oxfam, Global Witness,
Médico International, El Instituto de los Países Bajos para Sudáfrica y la
fundación Novib impulsan la campaña Fatal Transactions (Negocios Fatales) cuya
meta es convencer a la industria y el consumidor a que opten por los diamantes
libres de conflicto, exigiendo para ello la implantación de un sistema
internacional de certificación para conocer el origen de las piedras.
Los gobiernos belga, israelí y
ucraniano están siendo presionados para que controlen más rigurosamente las
transacciones que tienen lugar en Amberes, Tel Aviv y Kiev.
mediados de 2001 se llevó a cabo en Moscú una
reunión con el objetivo de poner en marcha un sistema internacional de
certificación de origen de los diamantes, que podría significar el inicio del
fin de las guerras de Angola, Sierra Leona y el Congo. El encuentro (del que
participaron representantes de 34 gobiernos, de la Comisión Europea, de la
industria internacional del diamante, el Consejo Mundial del Diamante y ONGs)
se basó en el proceso de Kimberley, iniciado en 2000 por los gobiernos de
Sudáfrica, Botswana y Namibia, que impulsa la aplicación de un sistema
internacional de certificación de origen de los diamantes que permita acabar
con la extracción y comercialización de piedras que sirven para financiar los
conflictos africanos.
El Diamond High Council (HRD),
organización que representa a la industria del diamante en Bélgica, se ocupa de
revisar la importación, valoración y exportación de diamantes. Sin embargo,
fuera de su ámbito existe en Amberes una masa de comerciantes, joyeros,
intermediarios y fabricantes de joyas que suman unos 4.000 establecimientos a
través de los cuales se trafican los diamantes. Este elevado número de
intermediarios involucrados a lo largo de todo el proceso comercial dificulta
el seguimiento de las piedras desde su extracción hasta su destino final.
Una legislación internacional
aplicada rigurosamente permitiría controlar el comercio ilícito, pero los
intereses en juego son demasiados y muy pocos parecen dispuestos a poner en
riesgo un negocio que factura alrededor de US$ 50 mil millones al año. (Aunque
se sepa que el 10% de esa suma sirve para financiar los conflictos armados
africanos).
Sin embargo, en algunos sectores
de la industria existe interés en que no se negocie con los diamantes, por
temor a que los consumidores dejen de comprarlos si son relacionadas con las
guerras africanas. Es el caso del gigante De Beers, quien controla el 75% del
comercio mundial de diamantes y abastece a los principales mercados a través de
sus oficinas en todo el mundo.
Fruto de la presión
internacional, De Beer adoptó algunas medidas con el fin de garantizar que los
diamantes que adquiere no provengan de países en guerra. En 2000, la empresa
clausuró sus oficinas de compra en la República Democrática del Congo y Guinea
y, desde entonces, exige a sus clientes el compromiso de no adquirir diamantes
de origen dudoso.
Esta empresa sudafricana intenta
aumentar su participación en el mercado mundial al presentarse como el
productor más creíble cuando se trata de rechazar los diamantes de conflicto y
evitar así, según explicó su presidente, Nicky Oppenhaimer, que el lema “un
diamante es para siempre” quede sustituido por “los diamantes son para la
guerra”.
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