En "Cuestionando el Holocausto", Eric Hunt, autor del documental "The Last Days of the Big Lie" (Los últimos Días de la Gran Mentira), analiza exhaustivamente las afirmaciones sobre supuestas cámaras de gas en Bergen-Belsen, Majdanek o Dachau, así como diferentes filmaciones y fotografías utilizadas por los aliados para probar una supuesta política alemana de exterminio.
Valiéndose de planos, documentos oficiales, testimonios, testigos y grabaciones actuales, Eric Hunt no sólo desmonta la existencia de cámaras de gas en campos como Dachau o Bergen-Belsen, también demuestra que los prisioneros asesinados que aparecen en las famosas fotografías y grabaciones de Nordhausen o de los trenes de Dachau, utilizadas frecuentemente para probar la "barbarie alemana", murieron en realidad a causa de bombardeos y ametrallamientos de aviones aliados, que no dudaban en atacar trenes de prisioneros, llegando a bombardear directamente campos como el de Nordhausen. Imágenes de víctimas de tifus o disentería tomadas después de terminar la guerra son igualmente utilizadas sin ningún pudor para "demostrar" frente al gran público la existencia del supuesto holocausto o exterminio sistemático y planificado de judíos.
En esta primera parte, Eric Hunt centra su análisis en los campos de la zona occidental. En la segunda parte, que será publicada no antes de octubre - según el propio autor -, desmontará la propaganda holocáustica referente a los campos del área conquistada por la URSS, donde, según la versión oficial actual - modificada prácticamente todos los años-, tuvieron lugar los gaseamientos de prisioneros judíos (Auschwitz, Treblinka, entre otros).
Muchos escuchan por todo lugar de la tercera guerra mundial, sin comprender muy bien en que consiste dicha guerra; Preguntas como ¿que pasará con el que pierda? ¿Que pasará con los civiles? y por ultimo una de las preguntas más importantes ¿Quién será el gobernante mundial?
Las facetas de esta próxima guerra, serán reveladas según el avance de los posibles escenarios mundiales, la fusión religiosa, crisis económica, alianzas militares, inestabilidad y golpes de estado, son solo los primeros pasos a un nacimiento político, que será alimentado y que recibirá poder para lograr los objetivos.
Es claro que en un mundo sobre poblado, con más de 7 mil millones de personas, los recursos naturales son el principal motivo de una guerra; el que controle el agua, alimentos y energía, controlará el mundo.
Los países del mundo que se involucraran en esta potencial guerra, tienen como razón principal, proteger los recursos y su soberanía; para poder seguir siendo ellos los dueños de sus tierras y no los invasores; los cuales vendrían por sus riquezas naturales.
En este artículo mostraremos cual es el escenario, de una próxima guerra mundial y cuales son los factores a detonarla; además del planificado y estratégico levantamiento de un orden mundial.
Es un artículo un poco largo y se puede investigar cada referencia dada que estará disponible a lo largo de la presentación.
Presentamos este análisis, con el interés a los que siguen estos acontecimientos, para que comprendan un poco al respecto; dejando claro que los escenarios son diversos y que cualquier cosa cambiaría la trayectoria de acontecimientos, no obstante sin perder el objetivo primario, que será el nuevo orden mundial, en temas de economía, control de alimentos y agua, entre otros.
hoy en la actualidad;
Rusia y China sellaron un estratosférico contrato petrolero que se convierte en uno de los mayores de la historia de la industria energética. Por dicho contrato la empresa rusa Rosneft, (la mayor petrolera del país), suministrará petróleo al gigante asiático durante 25 años por valor de 270.000 millones de dólares (unos 205.000 millones de euros), lo que aunado con el megacontrato gasístico firmado por la rusa Gazprom y la china CNPC, por el que Rusia suministrará al país asiático 38.000 millones de metros cúbicos de gas natural por un monto aproximado de 400.000 millones de dolares y con una vigencia de 30 años a través del gaseoducto Sila Sibiri (La Fuerza de Siberia), sentaría las bases económicas de la Unión Euro-Asiática que inició su singladura el primero de enero del 2015, como alternativa económica y militar al proyecto de Obama, de crear una Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), pieza central de EE.UU. en su política de reafirmación del poder económico y militar, en la región del Pacífico, aunado con una posible ofensiva ruso-china junto con los demás países BRICS para cambiar de patrón monetario mundial y sustituir el papel del dólar como moneda de referencia. China, por su parte, habría asumido el reto de construir un nuevo canal en Nicaragua, (Gran Canal Interoceánico), similar al canal del istmo de Kra que tiene proyectado entre Tailandia y Birmania, (Myanmar), para sortear el estrecho de Malaca, convertido “de facto” en una vía marítima saturada y afectada por ataques de piratas e inauguró en el 2010 el gasoducto que une a China con Turkmenistán y que rodea a Rusia para evitar su total rusodependencia energética al tiempo que diversifica sus compras. Además, China estaría construyendo una extensa red portuaria, que incluiría puertos, bases y estaciones de observación en Sri Lanka, Bangladés y Birmania y del que sería paradigma, el puerto estratégico en Paquistán, Gwadar, (la “garganta” del Golfo Pérsico), a 72 kilómetros de la frontera con Irán y a unos 400 kilómetros del más importante corredor de transporte de petróleo y muy cerca del estratégico estrecho de Ormuz. El puerto fue construido y financiado por China y es operado por la empresa estatal China Overseas Port Holding Company (COPHC), pues la región circundante al puerto de Gwadar, contiene dos tercios de las reservas mundiales de petróleo y por allí pasa el 30 por ciento del petróleo del mundo y el 80 por ciento del que recibe China y está en la ruta más corta hacia Asia (Ruta de la Seda).
Además, México apuesta por duplicar sus exportaciones de petróleo hacia China y aumentar los embarques hacia la India en el 2016 y la petrolera estatal venezolana Pdvsa, intenta redireccionar sus exportaciones hacia China e India para suplir la drástica reducción de ventas de crudo a EE.UU.
Así, el acuerdo chino-venezolano, por el que la empresa petro-química estatal china Sinopec invertirá 14.000 millones de dólares, para lograr una producción diaria de petróleo en 200.000 barriles diarios de crudo, en la Faja Petrolífera del Orinoco, (considerado el yacimiento petrolero más abundante del mundo), sería un misil en la línea de flotación de la geopolítica global de EE.UU.
por lo que tras el golpe de mano del Ejército en Tailandia, asistiremos a sendos golpes de mano de la CIA en Venezuela y Nicaragua, para defenestrar a Maduro y Ortega, con el objetivo inequívoco de secar las fuentes energéticas de China, hecho que implicará el triunfo de las tesis de Brzezinski sobre la doctrina del G-2 de Kissinger.
La “doctrina Kissinger” abogaba por la implementación del G-2 (EE.UU. y China), como árbitros mundiales. Así, en un artículo publicado por el New York Times, titulado “La ocasión para un nuevo orden mundial”, Kissinger, considera ya a China una gran potencia (felow superpower), desaconseja el proteccionismo o tratar a China como enemigo, (lo que llegaría a convertirla en verdadero enemigo), y pide que se eleven a un nuevo nivel las relaciones entre Estados Unidos y China, sobre la base del concepto de destino común,( siguiendo el modelo de la relación trasatlántica tras la segunda guerra mundial), con lo que asistiríamos a la entronización de la Ruta Pacífica, (América-Asia), como primer eje comercial mundial en detrimento de la Ruta atlántica (América- Europa).
Sin embargo, el objetivo inequívoco de Brzezinski, ex-asesor de Carter y cerebro geopolítico de la Casa Blanca, sería la confrontación con la Organización de Cooperación de Shanghái, (OCS), fundada en 2001 por los Cinco de Shanghái (China, Rusia, Kazajistán, Kirgistán, Tayikistán), más Uzbekistán y convertida junto con los países del ALBA e Irán, en el núcleo duro de la resistencia a la hegemonía mundial de Estados Unidos y Gran Bretaña, teniendo a Cachemira y Xinjiang como escenarios para sus operaciones desestabilizadoras.
Hacia la balcanización de Paquistán.
Aunque los talibanes han sido expulsados de algunas zonas de su bastión del sur de Afganistán, los combatientes del grupo insurgente afgano Haqqani (afín a Talibán), siguen cometiendo ataques transfronterizos desde sus bases paquistaníes situadas en la frontera oriental con Afganistán. Así, según un org, Sirajuddin Jallaloudine Haqqani, sería uno de los líderes más prominentes e influyentes, de la red Haqqani, (grupo de combatientes con estrecha cooperación tanto con los talibanes como con Al-Qaeda ), y habría sido uno de los principales comandantes de la red desde 2004, heredero natural del carisma y la autoridad de su padre, Jalaluddin Haqqani, comandante militar de los talibanes y ministro del régimen talibán.
Por su parte, el actual Presidente de Paquistán, Mamnoon Hussain, habría sido acusado por EE.UU. de “tibieza en la lucha contra Al Qaeda, para lograr desbaratar las redes terroristas en Paquistán y para degradar cualquier habilidad que tengan para planear y lanzar ataques terroristas internacionales”, lo que aunado con su escaso entusiasmo por “fortalecer las capacidades de contrainsurgencia de Islamabad” y su peligroso acercamiento a China; hacen predecir un incierto futuro para él, por lo que no sería descartable un golpe de mano, auspiciado por la CIA, para lograr la balcanización de Paquistán, su debilitamiento como Estado y posterior sumisión a China, para lo que la CIA recurrirá al endémico contencioso de Cachemira que será un nuevo episodio local entre un Paquistán aliado de China y una India; apoyada por Rusia, con el agravante de disponer ambos países de misiles balísticos nucleares.
El cóctel explosivo de Cachemira.
Cachemira sería el paradigma perfecto, de la implementación de la teoría brzezinskiniana del “caos constructivo en la región, concepto que se basaría en la máxima atribuida al emperador romano Julio César, divide et impera, para lograr la instauración de un campo de inestabilidad y violencia (balcanización), y originar un caos que se extendería desde, El Líbano, Palestina y Siria a Iraq y desde Irán y Afganistán, hasta Paquistán, Cachemira y Anatolia (Asia Menor), y según Fundació Solidaritat UB, Cachemira se habría convertido, “en un cóctel explosivo al aunar ingredientes tan inestables como el contencioso religioso hindú-musulmán; el contencioso territorial y la guinda de los independentistas cachemires, apoyados por ex-combatientes extremistas de Sudán, Paquistán y Afganistán, tradicionalmente oprimidos por un Ejército Indio, que tendría desplegados cerca de 300.000 soldados en Cachemira, (1 soldado por cada 10 habitantes).
Cachemira ha supuesto un enfrentamiento endémico entre, Paquistán e India, que la han reclamado como suya desde la independencia de los dos Estados en 1947, (los británicos prefirieron la integración de Cachemira en la India, porque les ofrecía más garantías que Paquistán, para salvaguardar la frontera norte de posibles ataques soviéticos o chinos), pues la región es un punto estratégico para el control de los ríos y de los pasos fronterizos, además de suponer un símbolo para la construcción de las identidades nacionales de cada Estado. Por otra parte, en 1962 estalló un enfrentamiento entre India y China, por el desacuerdo chino con la línea fronteriza establecida en 1914, (Línea McMahon), tras el cual China consiguió el control de la meseta de Aksai Chin amén, del Glaciar de Siachen, (territorios que la India sigue reclamando como suyos), por lo que la India mantiene desde hace años una carrera armamentística con su rival y vecino Paquistán, con el objetivo inequívoco de prepararse para un nuevo enfrentamiento armado.
Así, India dispondría del misil nuclear de última generación Agni V, que puede transportar una ojiva nuclear a una distancia de 5.000 kilómetros, mientras Paquistán contaría con el misil balístico Hatf IV, desarrollado con la ayuda de China y capaz de transportar una ojiva nuclear y alcanzar los 900 Kilómetros , con lo que en el supuesto de un nuevo enfrentamiento armado asistiríamos al primer pulso militar Rusia-China, en forma de colisión nuclear restringida, al aérea geográfica indio-paquistaní; no siendo descartable la posterior extensión del “caos constructivo” al territorio chino, pues el objetivo final de EE.UU. sería la confrontación con la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), (fundada en 2001 por los Cinco de Shanghái (China, Rusia, Kazajistán, Kirgistán, Tayikistán) más Uzbekistán) y convertida junto con los países del ALBA e Irán en el núcleo duro de la resistencia a la hegemonía mundial de Estados Unidos y Gran Bretaña, teniendo a Xinjiang como escenario para sus operaciones desestabilizadoras.
El Turquestán oriental o Xinjiang (“Nueva Frontera”), fue incorporado al imperio chino en el siglo XVIII y representa el 17 % de la superficie terrestre del país y el 2 % de su población), y la etnia uigur de Xinjiang, (de origen turco-mongol y con un total de 8,5 millones de habitantes), conserva características étnicas e islámicas, que les situarían muy próxima a sus parientes de Asia central y Turquía, por lo que sería el caldo de cultivo ideal para implementar la estrategia brzezinskiniana del “choque de civilizaciones”; consistente en lograr la balcanización de China y su confrontación con el Islam (cerca de 1500 millones de seguidores), así como secar sus fuentes de petróleo de los países islámicos del Asia Central, pues varios de los más importantes gasoductos de China, pasan por Xinjiang en procedencia de Kazajistán, Turkmenistán, Uzbekistán y Rusia, lo que explicaría la importancia estratégica de dicha provincia dentro de la estrategia brzezinskiniana, de lograr la total rusodependencia energética china, para en una fase posterior acabar enfrentándolas entre sí; y finalmente someterlas e implementar el nuevo orden mundial.