¿ SERES EXTRATERRESTRES O DEMONIOS ?



¿ SERES  EXTRATERRESTRES O DEMONIOS ?



Siempre me he cuestionado la procedencia de las cosas que se presentan con carta de buena presentación, y siempre que se indaga más allá del tema de los contactos extraterrestres, o terminamos leyendo versículos de la biblia o bien encontramos una secta formada a partir de “canalizadores” (médiums) que aseguran ser los escogidos por estos particulares “marcianitos verdes” para transmitir sus mensajes a la humanidad. Sin embargo, entre estos mensajes siempre encontramos la filosofía Gnóstica u otra Filosofía nada externa a nuestro planeta, sino más bien más terrestre que nada, y un común denominador, que todos estos comunicados hacen referencia a la llegada de estos seres a “salvar” la humanidad, prometen un mundo mejor y selecto (con selecto me refiero a una raza elegida por medio de la sumisión a estos “extraterrestres”). También las características presentadas por los contactados y abducidos se hacen muy interesantes cuando son comparadas con aquellos casos de lo que durante siglos se ha conocido por “posesión demoniaca”. Es común ver en aquellos “canalizadores” comportamientos muy similares a los de un poseído, por ejemplo: el canalizador comienza a entrar en un trance muy profundo mientras recibe dichos mensajes, es común escucharles hablar en lenguas extrañas y sentir que pierde control de su cuerpo, como si este ser estuviera dentro suyo, claramente si describieras un caso de estos en la época medieval, no habría duda de que se trata del caso de un “endemoniado”, se dice que también pueden levitar, sienten que son elevados y “tomados” por estos seres; si hablamos de las descripciones físicas de muchos de estos tienen rasgos escamosos y amorfos tales como ha sido descritos a los largo de la historia cientos de demonios.


Entre las teorías que explican la procedencia de estos seres, se encuentran las que apuntan a que no se trata de seres de otros planetas, sino que son entidades malignas que han manipulado siempre a la humanidad a través de los años, haciéndose pasar por “dioses” y que han sido adorados por la humanidad desde que comenzó su estancia sobre la tierra. Hasta aquí me parece posible y aceptable que de cierta manera estas entidades hallan utilizado a la humanidad para satisfacerse, sin embargo, los supuestos extraterrestres, como la palabra lo indica, no son de esta tierra, de este mundo, sino que vienen de otro lugar ajeno a este, entonces, debemos primero investigar de dónde provienen los demonios si estamos asumiendo que tales seres extraterrestres son eso (demonios).


Veámos el siguiente fragmento tomado del Libro de Enoch:



"Y ahora, los gigantes que han nacido de los espíritus y de la carne, serán llamados en la tierra espíritus malignos y sobre la tierra estará su morada.

Los espíritus malos proceden de sus cuerpos, porque han nacido de humanos y de los santos Vigilantes es su comienzo y origen primordial. Estarán los espíritus malos sobre la tierra y serán llamados espíritus malos.

Los espíritus del cielo tienen su casa en el cielo y los espíritus de la tierra que fueron engendrados sobre la tierra tienen su casa en la tierra.

Y los espíritus de los gigantes, de los Nephilim, que afligen, oprimen, invaden, combaten y destruyen sobre la tierra y causan penalidades, ellos aunque no comen tienen hambre y sed y causan daños, estos espíritus se levantarán contra los hijos de los hombres y contra las mujeres porque de ellos proceden." Enoc 15:8-12



Aquí lo que indica es que ciertos seres a los que Enoc se refiere como Vigilantes, eran seres superiores en todo tipo de aspectos a los seres humanos, ya que no pertenecían a este mundo y sin embargo estaban a la custodia de la humanidad, estos, según el libro de Enoch, instruyeron a la humanidad en las artes de la magia, en el conocimiento oculto y entre otras cosas, formando así lo que la humanidad fue y es ahora. Estos Vigilantes, narra Enoc, bajaron a la tierra y se mesclaron con las hijas de los hombres, de las cuales engendraron gigantes (Nephilim). Podemos observar que estos Nephillim, en base a lo que el libro de Enoch describe y la biblia, fueron seres despiadados, amorfos, en parte humanos, en parte bestias que atormentaban a la humanidad, cometían actos horribles y doblegaban a los seres humanos a sus ordenes. Todo esto deja pensando, en las ilustraciones de diversas culturas antiguas donde describen sus “dioses” con formas amorfas, parte humanos, parte animal y una conducta sanguinaria; otra cosa significativa en ese fragmento, es que dichos seres fueron arrazados durante un cataclismo mundial (diluvio universal) y que sus espiritus fueron condenados a morar por la tierra y que aún continúan engañando y atormentando a los seres humanos con el nombre de “demonios”.  Entonces, podríamos deducir que los “Demonios” no son tan extraterrestres después de todo, que estos seres han estado ocupando algún “espacio” dentro de este mundo y que de alguna manera han convivido con la humanidad durante siglos. Esto explicaría la facilidad de poder contactar con ellos, el empeño tan grande de ciertas sociedades secretas en estudiar y abordar estos temas, y la persistencia de sucesos paranormales como los son las supuestas abducciones y canalizaciones con entidades “extraterrestres” a través de los siglos. Claro está que si fuesen seres de otros planetas, por mucha tecnología que poseyeran, el venir desde tan lejos para mantenerse siempre ocultos y el tener que contactar de manera tan sigilosa (casualmente de manera nocturna) única y exclusivamente con personas que terminan creando un culto religioso, suena cada vez más lejano, al menos en lo personal que todo este tiempo hemos convivido con las mismas entidades de siempre y que es incorrecto referirse a estos entes como extraterrestres, ya que no lo son y nunca lo han sido. Sin embargo, la existencia real de seres inteligentes en el universo no debe ser descartada, ya que es de lo más probable que existan, pues son millones de estrellas que podría estar albergando sistemas similares al nuestro; no obstante la intervención de seres -no humanos- en la historia de la humanidad se ve muy presente en diversas culturas antiguas, aquellos  “dioses” que descendieron de los cielos y de las estrellas” que les enseñaron a usar su inteligencia y capacidades que desconocían, a estos seres que pareciera que aún rendimos culto y que su presencia en el pasado dejó una huella en la historia universal, son a los que correctamente podrían llamárseles extra-terrenos o extraterrestres, ya que su procedencia no fue de este mundo, sino que llegaron de otros dominio; por lo tanto podríamos concluir que los demonios no son extraterrestres. Los demonios son seres incorpóreos que buscan un recipiente para manipularlo a su antojo y satisfacerse a través de él. Un ser civilizado por ende que viajo millones de años luz, podríamos apostar que no viajo para poseer un cuerpo y mucho menos para profesar doctrinas que muy seguramente desconoce y le son indiferentes.


A continuación les dejo la película 4to contacto, supuestamente, basada en hechos reales y se  desarrolla en el pueblo de Nome, Alaska. Allí, según la película, ha habido una cantidad desproporcionada de abducciones alienígenas durante los últimos cuarenta años.

Milla Jovovich interpreta a la psicoterapeuta Abigail Tyler, quien graba en video sus entrevistas con los abducidos.

Mientras se alterna entre dramatización y documentación real, la película muestra cómo los pacientes con problemas para dormir recibían visitas de seres de "otro planeta" a los que describen como lechuzas. Éstos hablarían en el antiguo idioma sumerio que, por otro lado, se relaciona con estatuas o esfinges de cohetes y cascos espaciales de hace miles de años.

Por otro lado, la película muestra cómo el Gobierno hace caso omiso a las miles de denuncias, todas de carácter similar.


Nota: presta atención en la película los sintomas que padecen los abducidos: levitacion, el habla en lenguas extrañas, la agresividad sin motivo aparente, transtornos psicologicos, perdida de memoría y la referencia a estos seres como seres con apariencia animal (en este caso de Buhos o Lechusas).



Molocho Moloch BaalO Baal: Dios de los fenicios, cartagineses y cananitas. Era considerado el símbolo del fuego purificarte, que a su vez simboliza el espíritu. Se le identifica con Cronos y Saturno. Como resultado de una catástrofe ocurrida en el despertar de los tiempos, el espíritu de Moloch se había transformado a sí mismo en oscuridad al convertirse en materia. De acuerdo con las creencias fenicias, el hombre era la encarnación de esa misma tragedia, y para redimirse de ese pecado era necesario ofrecer sacrificios a Moloch.si bien las culturas canaaneas adoraban a Moloch en la imagen de un Toro con un niñoen los brazos, las protoculturas hebreas mantuvieron la tradicion pero cambiaron al toro por un buho, en directa alucion a su negacion de reconocer como un dios a un becerro debido a la consecuencia que esta habia traido para su pueblo en el pasado.


De modo que para la cultura occidental, este dios pagano esta directamente asociado con la figura de un buho que representa el conocimiento y sobre todo la eterna vigilancia en forma sezgada.



Heródoto, padre de la Historia, nos habla de que los egipcios contemporáneos

creían que los "dioses" venían a la tierra y poseían animales para luego tener relaciones con mujeres.

Leyendas dicen que de ahí surgieron los seres mitológicos  mitad hombre mitad animal.





Nuestra Historia Silenciada, Nuestra Familia Estelar.

Video que coincide en gran parte a lo explicado anteriormente, aunque comete el error de llamar Nephillim a los Dioses sumerios Anunaki que llegaron del exterior a instruir y modificar geneticamente la raza humana, como ya dijimos, los Nephillim fueron resultado de la cruza entre los "dioses" caidos del cielo, los seres humanos y muy posiblemente animales de esta tierra...



Orígenes paganos de la masoneria por Cesar Vidal




 ORIGENES PAGANOS DE LA MASONERIA
POR CÉSAR VIDAL



La cuestión de los orígenes históricos  de la masonería es uno de los primeros aspectos con que debe enfrentarse el historiador cuando se acerca al estudio de tan peculiar fenómeno. De entrada, debe señalarse que ni siquiera los masones —y las fuentes relacionadas con los mismos— presentan una opinión unánime al respecto. Para un número no escaso de masones, el inicio de la masonería se encontraría en las Constituciones de Anderson de inicios del siglo XVIII y cualquier intento de dar con unos orígenes previos no pasaría de ser un delirio sin base ni sentido. Sin embargo, aunque la existencia de esta posición resulta innegable en la actualidad, no ha sido la mayoritaria históricamente —ni siquiera en el momento presente— y esa circunstancia contribuye a explicar de manera cumplida las manifestaciones diversas que ha tenido la masonería a lo largo de los siglos. Por ejemplo, en la Biblia masónica de Heirloom, en la sección de preguntas y respuestas concernientes a la masonería se afirman, entre otras cosas, las siguientes:

P. ¿Cuál es la probable antigüedad?
R. Está admitido que la masonería desciende de los Antiguos misterios...
...
P. Nemrod. ¿Quién era?
R. Las tradiciones dicen que era un masón y que empleó a 60000 hombres para construir Nínive.
...
P. ¿Cuáles son los 12 orígenes de la masonería generalmente aceptados?
R. La religión patriarcal, los Antiguos misterios, el Templo de Salomón, los cruzados, los caballeros templarios, los colegios romanos de artífices, los rosacruces, Oliver Cromwell por razones políticas, el pretendiente de la restauración de la Casa de Estuardo, el trono británico, sir Christopher Wren, el Dr. Desaguliers y otros en 1717.
Desde un punto de vista histórico, buena parte de esas afirmaciones son disparatadas e incluso ridículas —¡el puritano Cromwell fundando la masonería!— pero dejan de manifiesto que los propios masones no dudan incluso actualmente en retrotraer los orígenes de la masonería a la más remota Antigüedad, y que la conectan de manera indubitable con religiones de carácter pagano y mistérico. Poco puede dudarse de entrada, pues, que a inicios del siglo xxi las teorías no son, desde luego, escasas.

La teoría megalítica

Para C. Knight y R. Lomas el origen de la masonería habría que remontarlo a las tribus que durante la Prehistoria llevaron a cabo la construcción de los monumentos megalíticos y, de manera muy especial, aquellos en los que se combinan —supuestamente, todo hay que decirlo— el dominio de la construcción y de la astronomía. Tal sería presuntamente el caso de Newgrange en el río Boyne y del famoso Stonehenge. Según estos autores, la masonería ya habría existido, por lo tanto, en un período de tiempo situado entre los años 7100 y 2500 a. J.C. Esa sabiduría concentrada en torno a observatorios astronómicos —la máquina de Uriel, por seguir el vocabulario de Knight y Lomas— habría sido llevada a Oriente con anterioridad a un diluvio que asoló el planeta y que habría tenido lugar en torno al 3150 a. J.C.
Semejante sabiduría —oculta, por definición— habría sido conservada a través de los sacerdotes judíos del Templo de Salomón. De allí precisamente la habrían recibido los templarios durante el siglo xii d. J.C.

De acuerdo con esta teoría, por lo tanto, el saber masónico se remontaría a la Prehistoria, habría sido ya albergado en el seno de agrupaciones de sabios astrónomos que, antes del Diluvio Universal, la habrían pasado a Oriente. Allí, esta peculiar explicación de los orígenes de la masonería entroncaría con dos teorías que, como tendremos ocasión de ver, son más antiguas. Nos referimos a aquellas que conectan el nacimiento de la masonería con la construcción del Templo de Salomón y con los caballeros templarios nada menos que dos mil doscientos años después.

La teoría megalítica plantea problemas históricos de no escasa envergadura. De entrada, resulta indemostrable que los constructores prehistóricos de Stonehenge, por citar un ejemplo bien conocido, fueran astrónomos y poseedores de una sabiduría esotérica oculta. A decir verdad, hoy por hoy, sólo podemos especular con la finalidad del citado monumento siquiera porque carecemos totalmente de fuentes que puedan aclararnos indubitablemente el enigma.
Aún más inconsistente es la tesis de que los supuestos sabios de Stonehenge transmitieran su saber a Oriente antes del Diluvio Universal acontecido en el cuarto milenio antes de Cristo. Ciertamente, la práctica totalidad de las mitologías y religiones de la Antigüedad contienen referencias a un diluvio y las coincidencias deberían obligar a una reflexión a antropólogos e historiadores, pero de ahí a señalar que antes del mismo llegaron a Oriente sabios constructores de megalitos media un verdadero abismo.
No es menos ahistórica la afirmación de que esa sabiduría megalítica quedó depositada en las manos del sacerdocio judío que construyó el Templo de Salomón. El judaísmo de la época
salomónica no contiene el menor vestigio de religiones relacionadas con el culto a los astros —como quizá fue la practicada por los constructores de Stonehenge— y aunque las fuentes históricas nos hablan de la construcción del Templo de Salomón, ésta ni corrió a cargo de los sacerdotes judíos ni estuvo vinculada a ningún rito de carácter ocultista. Sin embargo, éste es un aspecto que, como el de los templarios, abordaremos un poco más adelante.
La teoría egipcia

La teoría megalítica recoge ciertamente algunos elementos de otras explicaciones sobre el origen de la masonería. Sin embargo, dista mucho de ser la más aceptada incluso entre aquellos que insisten en proporcionar a la sociedad secreta un rancio árbol genealógico. Mayor predicamento tienen, por ejemplo, los partidarios de retrotraer el origen de la masonería al antiguo Egipto. Éste es el caso de otros autores masones, entre los que ocupa un lugar destacado Christian Jacq. Novelista de éxito, Jacq ha sabido pasar de los libros de esoterismo —esoterismo muy impregnado por la doctrina masónica— a la redacción de novelas situadas en el antiguo Egipto cuyo mensaje masónico resulta, en ocasiones, muy poco sutil. Para Jacq, el origen de la masonería se halla vinculado al país de los faraones en el que no sólo habría surgido como una sociedad secreta encargada de transmitir secretos artesanales, sino, de manera muy especial, una sabiduría esotérica.
Jacq ha desarrollado esa teoría en alguna de sus novelas de manera escasamente velada —

El templo del rey Salomón, por ejemplo—, pero ha sido aún más explícito en su obra dedicada a la masonería. En ella, Jacq, que es masón, afirma tajantemente que el origen de la sociedad secreta no puede fijarse en 1717 con las Constituciones de Anderson como pretenden muchos, que su origen es tan antiguo como el propio Adán y que, por supuesto, Egipto tuvo un papel esencial en su configuración.

Los argumentos empleados por Jacq resultan de una enorme endeblez histórica no sólo al referirse a los orígenes egipcios de la masonería sino al conectarla también con distintas religiones mistéricas de la Antigüedad. A pesar de todo, esta teoría resulta de un enorme interés para el historiador, no porque muestre las verdaderas raíces de la masonería, sino porque apunta al origen que, históricamente, la masonería ha afirmado tener. Se trataría de un origen esotérico, conectado con cultos iniciáticos y ocultistas asentados en el seno del paganismo, e impregnado de interpretaciones espirituales que chocan frontalmente con el mensaje contenido en la Biblia. Baste al respecto señalar que, como indica el propio Jacq, Adán no es en la tradición masónica el hombre que desobedeció a Dios y causó la desgracia del género humano, sino, por el contrario, «el antepasado iniciado que dio forma a la tradición esotérica y la transmitió a las generaciones futuras». La masonería sería, por lo tanto, no una sociedad filantrópica o humanitaria, sino, fundamentalmente, la conservadora de «ideales 'iniciáticos'», unos ideales presentes en la religión del antiguo Egipto, en las religiones mistéricas de la Antigüedad y en movimientos gnósticos y ocultistas históricamente posteriores.

La línea histórica que, supuestamente, uniría fenómenos tan diversos como el mitraísmo, Pitágoras o los albañiles egipcios resulta totalmente indemostrable desde una perspectiva historiográfica. Sin embargo, como veremos, ha resultado secularmente una constante nada marginal ni tangencial en el devenir de la masonería.

La teoría mistérica

De hecho, Christian Jacq no es original —tampoco pretende serlo— en su exposición sobre los orígenes de la masonería. En buena medida, sus tesis resulta una variante de una de las teorías sobre las raíces de la sociedad secreta que más predicamento tuvieron durante el siglo XVIII, precisamente aquel en el que vio la luz de manera indiscutible. Nos referimos a la teoría que pretende conectar la masonería con una línea ininterrumpida de religiones paganas y cultos esotéricos que se pierden en la noche de los tiempos. Los masones que han defendido esa tesis son numerosos, pero quizá dos de los más relevantes fueran Thomas Paine en el siglo XVIII y Robert Longfield en el siglo XIX.

La personalidad de Thomas Paine es una de las más sugestivas de finales del siglo XVIII. Nacido en 1737 de origen cuáquero, Paine no tardó en apostatar de la fe cristiana de su familia para abrazar los postulados de la Ilustración en su forma librepensadora. De hecho, participó en la Revolución americana, pasó a Europa para tener un papel destacado en la francesa e incluso se convirtió en un abanderado del anticristianismo con su libro La Era de la Razón. Al final de sus días, Paine abjuró de sus posiciones religiosas y regresó a las creencias cuáqueras de su juventud, pero, previamente, había sido iniciado en la masonería e incluso había publicado una obra poco conocida —Origins of Free-Masonry— donde expresaba su visión sobre los orígenes de la sociedad secreta. Las tesis de Paine tienen una enorme importancia no sólo porque revelan lo que creían muchos masones de su época, sino también porque él mismo se presentaba —y era tenido— como un defensor del racionalismo ilustrado contra la superstición religiosa.

Para Paine, la masonería era ni más ni menos que una religión solar, vestigio de las antiguas creencias de los druidas. Sus «costumbres, ceremonias, jeroglíficos y cronología» ponían de manifiesto tanto ese carácter religioso como esotérico que había sido transmitido también a través de los magos de la antigua Persia y de los sacerdotes egipcios de Heliópolis. En opinión de Paine, ese carácter solar era lo que la masonería tenía en común con el cristianismo. La diferencia estribaba en que «la religión cristiana es una parodia de la adoración del Sol, en la que ponen a un hombre al que llaman Cristo en lugar del Sol, y le dispensan la misma adoración que originalmente era dispensada al Sol». En la masonería, por el contrario, «muchas de las ceremonias de los druidas están preservadas en su estado original, al menos sin ninguna parodia». Paine reconocía que «se pierde en el laberinto del tiempo sin registrar en qué período de la Antigüedad, o en qué nación, se estableció primeramente esta religión». No obstante, indicaba su presunta adscripción a los egipcios, los babilonios, los caldeos, al persa Zoroastro y a Pitágoras, que la habría introducido en Grecia.

Finalmente, la masonería habría sido introducida en Inglaterra «unos 1030 años antes de Cristo». Este origen ocultista explicaba, siempre según el masón Paine, que «los masones, para protegerse de la Iglesia cristiana, hayan hablado siempre de una manera mística». Su carácter de religión pagana solar era «su secreto, especialmente en países católicos».
A continuación, Paine citaba en apoyo de sus tesis las simbologías de las distintas logias, párrafos de los ceremoniales de iniciación en la masonería e incluso su calendario, que daba —y da— tanta importancia a una fiesta solar como el solsticio de verano celebrado el 24 de junio, día de San Juan.

Paine aceptaba la tesis más conocida de que la masonería había estado relacionada con la construcción del Templo de Salomón, pero se negaba a situar en ese acontecimiento su origen. En realidad, desde su punto de vista, el Templo no era sino una muestra de ese culto solar encubierto propio de la masonería.
Como en el caso de otras teorías sobre los orígenes de la masonería, parece obligado señalar que su base histórica es nula.

Sin embargo, ese hecho resulta relativamente secundario. Lo importante es que un masón de la importancia de Paine podía afirmar  con toda claridad que la sociedad era secreta, que su secreto fundamental era su carácter pagano y ocultista, y que semejante secreto debía ser cuidadosamente guardado en países cristianos y, muy especialmente, en los católicos. Seguramente, en la actualidad habrá masones que discrepen de las tesis de Paine, pero no
es menos cierto que otros las apoyan, como es el caso de la Gran Logia de la Columbia británica y Yukón, que las reproduce incluso en su página web.
Por otro lado, esa conexión con ritos paganos a la hora de explicar los orígenes de la masonería distó mucho de quedar circunscrita a Paine que, en realidad, se limitaba a repetir lo que se le había enseñado en las logias. De hecho, Robert Longfield, uno de los eruditos masones de mediados del siglo xix, repetiría en su The Origin of Freemasonry —una conferencia originalmente pronunciada ante los hermanos masones de la Logia Victoria, en Dublín— unas tesis muy similares. Para Longfield, la sabiduría que, presuntamente, comunicaba la masonería ya estaba presente en «las pirámides y el laberinto de Egipto, las construcciones ciclópeas de Tirinto en Grecia, de Volterra en Italia, en los muros de Tiro y las pirámides del Indostán». Las logias masónicas se habían «originado mil doscientos o mil trescientos años antes de la Era cristiana, y algunos siglos antes de la construcción del Templo de Salomón... los jefes fueron iniciados en los misterios de Eleusis, los etruscos, los sacerdotes de Egipto, y los discípulos de Zoroastro y de Pitágoras».

Longfield se detenía en este momento de su exposición en describir los misterios de Eleusis —que, desde su punto de vista, eran «los más antiguos y más estrechamente parecidos a la masonería»— y, acto seguido, indicaba los eslabones de la cadena que conducía desde esa religión mistérica hasta la masonería del siglo xix. Éstos eran Pitágoras, los adoradores del dios griego Dionisos, los esenios judíos, los druidas, los habitantes de Tiro y Sidón, los constructores del Templo de Salomón y, finalmente, los albañiles de la Edad Media. Una vez más, obligado indicar que las teorías del masón carecían de la menor base histórica. Sin embargo, esa circunstancia resulta secundaria en la medida en que nos permite ver el árbol genealógico de la masonería en que creían los hermanos de la sociedad secreta, por lo menos los que habían alcanzado cierto grado de iniciación a mediados del siglo XIX. Como podremos comprobar en capítulos sucesivos, esa creencia resulta absolutamente indispensable para comprender a cabalidad la esencia de la masonería su comportamiento histórico y también las reacciones que provocó. Sin embargo, de momento tenemos que continuar con la exposición de las teorías sobre sus orígenes y precisamente con una que, a pesar del éxito que estaría llamada a obtener, ni siquiera fue planteada por Paine o Longfield.

La teoría templaria

La cuarta gran teoría sobre el origen de la masonería —imbricada no pocas veces en las dos ya mencionadas— es la que conecta su aparición con los caballeros templarios. De acuerdo con la misma, la sabiduría ocultista expresada en la construcción del Templo del rey Salomón habría sido descubierta en el siglo XII por los caballeros templarios. Ciertamente, la orden de los templarios habría sido disuelta por decisión papal —un episodio en el que la masonería vería la lucha milenaria entre la luz y las tinieblas— pero su sabiduría no habría desaparecido con la orden. De hecho, algunos templarios habrían conservado esos conocimientos iniciáticos —especialmente los emigrados a Escocia en busca de refugio—, conformando con el paso de los siglos la masonería.

Related imageLa tesis templaria es muy antigua y gozó desde el principio de un enorme atractivo para los masones en la medida en que permitía vincular su pasado con el de una orden militar prestigiosa y perseguida por la Santa Sede, y en que, por añadidura, facilitaba la expansión territorial en una Francia que conservaba una visión extremadamente idealizada de los templarios juzgados y ejecutados en su territorio. Sin embargo, como sucede con la teoría egipcia, una cosa es que haya gozado de predicamento durante siglos en el seno de la masonería y otra, bien distinta, que se corresponda con la realidad histórica.

La peripecia de los caballeros del Temple es, sin ningún género de dudas, uno de los episodios más apasionantes no sólo de la Edad Media sino de toda la historia universal. Orden militar en la que se seguían los votos de pobreza, castidad y obediencia, los templarios eran además combatientes aguerridos —les estaba prohibido retirarse ante el enemigo— que surgieron de las Cruzadas, una gigantesca epopeya encaminada, primero, a garantizar la libertad de acceso a los Santos Lugares que los musulmanes negaban a los cristianos y después a recuperar esas tierras para Occidente. Los templarios eran reducidos en número, pero su peso militar resultó muy notable. Buena prueba de ello es que Saladino, tras la victoria de Hattin, ordenó la ejecución de todos los prisioneros de guerra templarios, dado el pavor que le infundía su valor.

Sin embargo, los templarios no fueron sólo monjes y guerreros. También transmitieron a Occidente no escasa parte de la sabiduría oriental y, de manera bien significativa, terminaron por convertirse en banqueros de Occidente. Su enorme poder financiero acabaría despertando la envidia y la codicia de distintos gobernantes —en especial, el rey de Francia— y, con ellas, su ruina. El 18 de marzo de 1314 era quemado en París el maestre de los templarios, Jacques de Molay, tras un proceso que había durado más de un lustro. Desde su pira mortuoria, de Molay emplazó a Felipe el Hermoso de Francia, a Guillermo de Nogaret, mayordomo del monarca, y al papa Clemente, desarticulador de la orden, para que antes de que concluyera el año comparecieran ante el tribunal de Dios a fin de responder del proceso y la condena de los templarios. De manera escalofriante, los tres emplazados fallecieron antes de que se cumpliera el año y además, en el caso de la dinastía reinante en Francia —una dinastía que no había tenido problemas de sucesión a lo largo de tres siglos—, se produjo una extinción dramática en breve tiempo.

El proceso de los templarios, íntimamente relacionado con su disolución por decisión papal, había sacado a la luz un cúmulo de acusaciones que iban desde la práctica de la sodomía a la utilización de la magia negra en ceremonias secretas y a la blasfemia idolátrica. Que Felipe de Francia, ansioso por obtener más fondos y despojador poco antes de los judíos, pretendía fundamentalmente llenar sus arcas parece fuera de duda; que Guillermo de Nogaret le sirvió buscando no el que resplandeciera la justicia sino beneficiar a su señor es innegable y que el papa Clemente se plegó a las presiones del monarca galo, en parte, por miedo y, en parte, por superstición parece muy difícil de discutir.

Tampoco puede cuestionarse que De Molay y otros acusados fueron sometidos durante años a tormento y que, posteriormente, renegaron de las confesiones suscritas bajo el efecto de la tortura, un hecho que precipitó precisamente su condena a la pena capital. Sin embargo, existe más de una posibilidad de que las acusaciones vertidas contra la Orden del Temple no fueran del todo falsas. A diferencia de los hospitalarios —la otra gran orden militar surgida de las Cruzadas—, que se ocupaban de enfermos, necesitados y heridos, los templarios no pusieron ningún énfasis en cuestiones relacionadas con el ejercicio de la caridad y no tardaron en entregarse a funciones de carácter bancario y, por si fuera poco, algunos de los miembros de la orden acabaron sintiéndose atraídos por corrientes gnósticas orientales y manteniendo unas relaciones sospechosamente cordiales con grupos como la secta musulmana de los hashishim o asesinos.

En qué medida esta suma de elementos en casos particulares se extendió a la totalidad de la orden resulta muy difícil de establecer. Que perdió buena parte de su carga espiritual primigenia y que no pocas veces funcionó más como una entidad crediticia que espiritual es innegable. Cuestión aparte es que, efectivamente, fuera culpable de los cargos formulados contra ella en el proceso orquestado por Guillermo de Nogaret siguiendo las directrices de Felipe el Hermoso. De hecho, cuando la orden fue disuelta y se procedió a juzgar a sus caballeros, en otras partes del mundo por regla general obtuvieron sentencias absolutorias. En España, por ejemplo, ninguno de los monarcas se opuso al proceso y, por el contrario, se permitió que los legados papales lo llevaran a cabo sin interferencias. El resultado fue que no se dictó una sola condena en el ámbito de Castilla, Navarra, Portugal o Aragón. Incluso puede añadirse que aunque los templarios tenían la posibilidad de cobrar una pensión procedente de los fondos de la disuelta orden y retirarse, prefirieron integrarse en su mayoría en otras órdenes militares, lo que no sólo no chocó con objeciones sino que recibió un inmenso apoyo. Aún más. Cuando antiguos templarios dieron origen a nuevas órdenes, como la de Montesa, la iniciativa fue acogida favorablemente tanto por las autoridades eclesiásticas como por las civiles. En términos generales, por lo tanto, la Orden del Temple —a pesar de lo que hubieran podido hacer algunos caballeros aislados— no se había visto contaminada por los hechos que se le imputaban y así se entendió de manera generalizada en la época.

En términos generales insistamos porque excepciones de enorme relevancia las hubo. Por ejemplo, un grupo de templarios franceses marchó a Escocia, donde Roberto el Bruce se enfrentaba con los ingleses —un episodio reflejado en parte por la película Braveheart—, y se pusieron a su servicio. El rey Roberto los acogió entusiasmado —no en vano eran magníficos guerreros y quizá incluso llevaban consigo fondos salvados del expolio de la orden— y los utilizó para vencer militarmente a los ingleses y conservar la independencia de Escocia. Hasta ahí todo entra dentro de lo normal. La cuestión, sin embargo, es que no faltan pruebas arqueológicas de que algunos de los templarios trasplantados a Escocia establecieron contacto con grupos de maestros albañiles —masones— que se expresaban mediante una simbología ocultista que, posteriormente, se relacionaría con las logias masó-
nicas.

El caso más claro de lo que señalamos se encuentra en la capilla de los Saint Clair de Rosslyn. En este enclave, los símbolos templarios coexisten con otros utilizados más tarde por la masonería, sin excluir la cabeza del demonio Bafomet, una imagen convengamos en ello— bien peculiar para ser albergada en el interior de una iglesia católica. No podemos determinar más allá de la hipótesis plausible cuál fue la relación exacta que los templarios establecieron con aquellos maestros albañiles. Cabe, desde luego, la posibilidad de que se relacionaran con ellos de una manera natural impulsada, por una parte, por el gusto que algunos caballeros habían mostrado ya en Oriente hacia cosmovisiones gnósticas, pero también, por otra, por el deseo de vengarse del papado y de la Corona francesa que habían acabado con su orden. En ese sentido, las muertes del papa Clemente y de los herederos al trono francés han sido interpretadas como asesinatos templarios, si bien tal supuesto no pasa de ser una especulación novelesca.


El Nuevo Orden Mundial con relación a la masoneria



EL NUEVO ORDEN MUNDIAL CON RELACION A LA 

FRANCMASONERIA Y LOS ILUMINATI



Primeramente debes saber en qué consiste la Francmasonería y sus orígenes:


La Francmasonería o masonería es una organización autodenominada como de carácter iniciático, filantrópico y filosófico. Sus miembros y simpatizantes sostienen que tiene como objetivo la búsqueda de la verdad y fomentar el desarrollo intelectual y moral del ser humano. Los masones, tanto hombres como mujeres, se organizan en estructuras de base denominadas logias, que a su vez pueden estar agrupadas en una organización de ámbito superior normalmente denominada "Gran Logia", "Gran Oriente" o "Gran Priorato".

Aparecida en Europa entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, la masonería moderna o "especulativa" ha sido descrita a menudo como un sistema particular de moral ilustrada por símbolos. Se presenta a sí misma como una herramienta de formación, con un método particular que, basado en el simbolismo de la construcción, permite a sus miembros desarrollar su capacidad de escucha, de reflexión y de diálogo, para transmitir estos valores a su entorno.

-Origen-

Una de las leyendas más importantes de la Francmasonería atribuye a Hiram Abif, mítico arquitecto del Templo de Salomón en Jerusalén, la fundación de la orden masónica. Algunos textos retrotraen el origen de la masonería a épocas de aún mayor antigüedad, llegando a considerar como fundadores a distintas figuras bíblicas como Tubalcaín, Moisés, Noé o el mismísimo Adán. Más realistas, pero todavía en el ámbito de lo mítico o de lo pseudohistórico, diversos autores han atribuido este origen a los constructores de las pirámides en el antiguo Egipto, a los Collegia Fabrorum romanos, a la orden de los Templarios, la de los Rosacruces o a los humanistas del Renacimiento.

Es comúnmente aceptado que la Francmasonería moderna procede de los gremios de constructores medievales de castillos y catedrales, que evolucionaron hacia comunidades de tipo especulativo e intelectual, conservando parte de sus antiguos ritos y símbolos. Este proceso, que pudo iniciarse en distintos momentos y lugares, culminó a principios del siglo XVIII.

Sin embargo, en otro apartado explicaremos las distintas teorías aceptadas por los Masones respecto a sus orígenes paganos.

-Quienes son los Iluminati-

Illuminati es el nombre por el que se conoce mayormente la Orden de los Perfectibilistas o Iluminados de Baviera.
La pirámide truncada con el ojo que todo lo ve y el lema Novus Ordo Seclorum, del Gran Sello de los Estados Unidos, considerada como un símbolo illuminato.

Es una sociedad secreta fundada el 1 de mayode 1776en Ingolstadt(Alemania) por Adam Weishaupt. En latín, illuminati (pronunciado il luminati) significa ‘iluminados’; su singular es illuminatus.
Weishaupt habría creado esta sociedad con el propósito de derrotar a los gobiernos y reinos del mundo además de erradicar a todas las religiones y creencias para regir a las naciones bajo un Nuevo Orden Mundial, basado en un sistema internacionalista (precursor del comunismo y el anarquismo). Establecerían una moneda única y una religión universal, donde según sus creencias, cada persona lograría la perfección.
Sin embargo, los propósitos finales de esta sociedad, eran solamente conocidos por Weishaupt y sus más íntimos seguidores. 

Algunos autores como Nesta Webster, describen así las seis metas a largo plazo de los illuminati:

1.- Abolición de la monarquía y de todo gobierno organizado según el Antiguo Régimen.
2.- Supresión de la propiedad privada de los medios de producción para individuos y sociedades, con la consecuente abolición de clases sociales.
3.- Abolición de los derechos de herencia en cualquier caso.
4.- Destrucción del concepto de patriotismo y nacionalismo y sustitución por un gobierno mundial y control internacional.
5.- Abolición del concepto de la familia tradicional y clásica.
6.- Prohibición de cualquier tipo de religión (sobre todo la destrucción de la Iglesia Católica Apostólica Romana) estableciendo un ateísmo oficial.

En los tiempos modernos, algunos grupos se atribuyen la condición de sucesores históricos de los illuminati

Si bien es posible asegurar con certeza que los illuminati desaparecieron de Europa en las primeras décadas del siglo XIX, resulta inexacto afirmar lo mismo en el caso de Estados Unidos. Un año después de la prohibición en Baviera, en 1785, se constituyó la Logia de la Orden de Los illuminati en New York, a la cual se afiliaron como Hermanos el gobernador De Witt, Clinton Roosevelt (un ancestro de Franklin Delano Roosevelt), Horace Greeley, director del Tribune y el propio Thomas Jefferson. De esta logia derivó la Orden de Los illuminati en Estados Unidos, que a inicios del siglo XX se le conoció como Grand Lodge Rockefeller. La presencia de los illuminati en Estados Unidos se ha mantenido durante dos siglos hasta el presente, en organizaciones iluministas como la fraternidad estudiantil Phi-Beta-Kappa de 1776, The Order y Skull and Bones de 1832.

-          Simbolos Iluminati en el billete de un dólar y relación con la Francmasoneria-


En el billete actual de un dólar estadounidense aparece el Gran Sello de Estados Unidos el cual está compuesto por el "Ojo que todo lo ve", también llamado "Ojo de la Providencia". Aunque no es un símbolo de origen cristiano y no se lo menciona en la Biblia, todavía hasta hoy es asociado con el ojo del Dios judeocristiano Yahvé, el cual representa su omnisciencia y cobró importancia a partir del Renacimiento. El símbolo fue gradualmente adoptado por los francmasones para representar al Gran Arquitecto del Universo. Su verdadero origen se encuentra en el simbolismo del Udjat u "Ojo de Horus", antiguo dios egipcio que representa al Sol. El diseño de este sello fue aprobado por el Congreso de los Estados Unidos el 20 de junio de 1782 y posteriormente, en 1935, fue introducido en el billete de dólar por aprobación del presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, masón del grado 32° del Rito Escocés  y también miembro de los Shriner.

La iconografía presente en el billete introduce la parte izquierda del sello (reverso) con el ojo en una pirámide egipcia trunca con 13 escalones (que simbolizan las 13 colonias de Estados Unidos, aunque es probable que a la vez represente, de una forma esotérica, los 13 grados del Rito de los Iluminados de Baviera), en cuya base está escrito el número 1776 en números romanos (año de la independencia de las 13 colonias y de la fundación de los illuminati). Va acompañada de la sentencia Annuit Cœptis, que significa ‘[Él] aprueba [nuestro] comienzo’. Abajo aparecen las palabras "Novus Ordo Seclorum". Aunque obras de ficción literarias y cinematográficas traducen erróneamente esas palabras como ‘nuevo orden seglar’, la traducción correcta sería ‘Nuevo Orden de las Eras’ (o ‘nuevo orden de los siglos’, o según expertos latinistas, ‘el comienzo de una nueva era’ pues la palabra es el genitivo plural latino de saéculum, que en este contexto significa ‘generación, siglo o era’. La confusión viene del parecido de la palabra seclorum con la palabra latina saecularorum. El número 13 sigue extendido en el sello derecho (anverso): Un águila calva que lleva en la pata derecha una rama de olivo (símbolo de la paz) con 13 hojas y en la pata izquierda 13 flechas (símbolo de la guerra), sobre su pecho ostenta un escudo con 13 barras, un lema con 13 letras que reza: E Pluribus Unum (‘De muchos, uno’) y finalmente, 13 estrellas sobre su cabeza que forman la estrella de David o signo de Israel.


-    Conspiración-

     Hasta el día de hoy, en numerosas obras se han divulgado ciertas teorías en las que los illuminati, después de subsistir luego de su prohibición, y a causa de su dedicada infiltración en la masonería, serían responsables de un gran número de sucesos importantes tales como la Revolución Francesa, las Guerras Mundiales e incluso el atentado terrorista contra las torres gemelas en 2001 y las posteriores guerras en Afganistán e Irak.

Quienes apoyan estas teorías, citan como por ejemplo la presunta existencia de una serie de cartas escritas entre los años 1870 y 1871, que predicen las dos guerras mundiales (aunque —llamativamente— fueron dadas a conocer después de las dos guerras) se conservarían en los archivos de la biblioteca del Museo Británico entre un antiguo militar confederado llamado Albert S. Pike (de hecho el único representante de la Confederación, y a la vez miembro activo del Ku Klux Klan, honrado con una estatua en Washington D. C.) y el francmasón y carbonario Giuseppe Mazzini, un filósofo y político italiano que se esforzó por unificar los estados italianos y quien había sido seleccionado por los illuminati para dirigir sus operaciones mundiales en 1834. El Museo Británico desmiente la existencia de dichas cartas.

-          En resumen:

Se relacionan los Illumitati con los Masones debido a que a través de ellos (a través de los Masones) se han llevado a cabo sus ideales de control mundial y esto se ve reflejado en muchas de las acciones de los actuales poderes mundiales… Y quienes mejor que los que llevan el mayor control sobre el mundo que aquellos que son lideres – como presidentes y ricos empresarios – que particularmente pertenecen a alguna orden Masona y que por extraño que parezca los ideales de dichos son semejantes a los planteados por los Iluminatis (refiriéndome a los presidentes que han sido masones de los EUA)

Actualmente se cree que dentro del llamado Club Bilderberg ( también conocido como grupo Bilderberg fundado en 1954 y llamado así en honor al lugar de su primer encuentro Hotel de Bilderberg en Oosterbeek, es una conferencia anual a la que solo se puede acudir mediante invitación, con cerca de 130 invitados, la mayoría de los cuales son personas consideradas de influencia en los círculos empresariales, académicos y políticos. El grupo se reúne una vez al año, en secreto, en complejos de cinco estrellas de Europa y Norteamérica.) _ continuando con lo anterior_ se cree que dentro de este grupo se toman y de hecho si se ha comprobado el tomar a tratar decisiones muy importantes para las naciones de la tierra (guerras, economía, inmigración, etc) dentro de dicho grupo;  ya que incluso se han llegado a ver personajes famosos en dichas reuniones los cuales tiempo después son los futuros presidentes o funcionarios de países importantes… ¿Casualidad? ¿Podría ser que los Illuminati y sus intenciones de un dominio mundial estén de vuelta en nuestra época detrás de la máscara de “algunos” a quienes consideramos nuestros “líderes de esperanza”?