Un misterioso lugar está produciendo químicos que destruyen la capa de ozono

Un misterioso lugar está produciendo químicos que destruyen la capa de ozono

Un reciente estudio ha encontrado un aumento inesperado y persistente de sustancias químicas que destruyen la capa de ozono. Estas sustancias son denominadas clorofluorocarbonos (CFC). El estudio ha sido realizado por investigadores de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA). Si usted pensaba que el problema de la destrucción de la capa de ozono estaba solucionado, prepárese para sentirse decepcionado. Según el Protocolo de Montreal, que finalizó en el año 1987, se propuso eliminar la producción de CFC en el mundo. El CFC-11, es uno de los productos químicos prohibidos, es el segundo gas más abundante que agota el ozono, comúnmente utilizado en refrigerantes, aerosoles y poliestireno viejo. 

El Protocolo de Montreal acordó que el mundo eliminaría progresivamente el CFC-11, terminando así su producción en 2010. La instauración del protocolo fue un éxito, logrando reducir lentamente el agujero en la capa de ozono sobre la Antártida. Al día de hoy, las concentraciones de CFC-11 han disminuido en un 15 por ciento, desde su punto más alto registrado en 1993. Sin embargo, como suele suceder, alguien sin interés en salvar el planeta, ha comenzado a utilizar nuevamente el CFC-11. El reciente estudio ha descubierto que desde el año 2014 hasta el 2016, las emisiones de CFC-11 han aumentado en un 25 por ciento por encima del promedio mantenido entre los años 2002 a 2012. Stephen Montzka, químico investigador de NOAA y autor principal del estudio, dijo en un comunicado: Es la observación más sorprendente e inesperada que he hecho en mis 27 años. Las emisiones de hoy son casi las mismas que hace casi 20 años”. El siguiente diagrama nos muestra la concentración de CFC-11 en los hemisferios norte (rojo) y sur (azul) en comparación con el declive proyectado (líneas grises):



Inicialmente, los investigadores creyeron que el repentino aumento del CFC-11 se debía a la destrucción de edificios antiguos, que contienen refrigerantes CFC-11; sin embargo los datos no coincidieron. Montzka agregó: Al final, llegamos a la conclusión de que es muy probable que alguien esté produciendo el CFC-11 que escapa a la atmósfera. No sabemos por qué podrían estar haciendo eso y si se está haciendo para algún propósito específico, o inadvertidamente como un producto secundario de algún otro proceso químico”. 

Según los investigadores, si el problema se aborda ahora, el daño será menor; sin embargo si se deja que el problema continúe, se podría poner en peligro la recuperación de la capa de ozono y podría empeorarse el cambio climático. Montzka agregó: Estamos levantando una bandera a la comunidad global para decir: ‘Esto es lo que está sucediendo, y nos está alejando de la recuperación oportuna de la capa de ozono'”. Aunque el estudio no tuvo como fin señalar al culpable de estas sucias emisiones, los investigadores pudieron detectar que la concentración de CFC-11 era inusualmente alta en el hemisferio norte. Esto ha llevado a los investigadores a determinar que las emisiones provienen del Hemisferio Norte. Además, no solo el CFC-11 está aumentando. 

Los investigadores también realizaron observaciones desde lo alto de Mauna Loa en Hawaii, descubriendo que otras emisiones industriales también están aumentando. Ahora, la gran pregunta es: ¿de dónde provienen exactamente estas emisiones?

Montzka declaró a BBC que los datos indican que es muy probable que las emisiones provengan del este de Asia, en algún lugar cerca de China, Mongolia y las Coreas. Montzka agregó: Estamos haciendo las mediciones desde muy lejos de estas regiones y creo que vendrá más especificidad una vez que la gente  en esa región mire con atención sus mediciones y publique sus resultados”. Según los investigadores, unas 6.500 a 13.000 toneladas adicionales emitidas cada año en Asia oriental serían suficientes para explicar esta tendencia. 

De confirmarse los datos del estudio, se trataría de una violación al Protocolo de Montreal, y es lógico que se impongan las sanciones correspondientes. Michaela Hegglin de Reading University, y que no participó en el estudio, dijo en un comunicado: Es decepcionante, no hubiera esperado que sucediera. Las sustancias más nuevas que existen, los reemplazos de CFC-11, podrían ser más difíciles o costosas para que algunos países produzcan o obtengan”. A pesar de que las naciones en el Protocolo de Montreal han reportado casi cero emisiones de CFC-11 desde el año 2006, parece que ahora alguien está mintiendo. 

El estudio científico ha sido publicado en la revista Nature.

Visto en Codigo Oculto


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